Pocos miembros de la etnia garífuna quedan en la barra, ya que aldea carece de agua potable y energía eléctrica. Aun así, decenas viven de lo que la laguna provee.
Un torbellino originado por las olas las arrastró y las muchachas sucumbieron. Las fallecidas son las hermanas Heidy y Heilin Núñez y su compañera de monasterio Rubí Mendoza.