Las consecuencias que el cambio climático ya está causando en Honduras están siendo estudiadas por investigadores hondureños y de las universidades de Stanford y Columbia.
Estudios señalan que hasta 2015 el mar avanzó 1.22 metros por año solo en Cedeño; las proyecciones dicen que para 2081 ascenderá a 8.25 hectáreas de playa.
Aunque hay todavía escépticos que niegan la existencia misma del cambio climático y de sus devastadoras consecuencias en la vida de los que habitamos este planeta, basta con contemplar lo que ha sucedo en ambas costas de nuestra geografía.
El viceministro Malcolm Stufkens expondrá sobre la contaminación de las playas en la 27 edición de la cumbre mundial contra el cambio climático en Egipto.
El mar también se está tragando playas en La Ceiba y Esparta, Atlántida; en Iriona y Santa Fe, Colón, y en muchos lugares más, afirma experto en temas de impacto climático.
Eventos geológicos como la licuefacción potenciada por sismos y fallas como la del Motagua han permitido la destrucción de las playas y de las barras en Cuyamel, Omoa.
Gran parte de la comunidad de las barras ya no existe, aún hay casas en pie y gente viviendo allí, pero cada invierno viven en constante emergencia y les toca huir.
El hartazgo es evidente entre quienes conviven con los desechos y tienen que pagar para retirarlos; en Guatemala admiten que acciones han quedado en “pantomima”.