Ingresar a pasajes de colonias en San Pedro Sula es la muerte: maras deciden quién entra y sale
Las mismas estructuras criminales operan en los diferentes distritos que conforma San Pedro Sula, lo que cambia es la cantidad de territorio bajo su control.
Foto: LA PRENSA
Algunos de los pasajes de barrios y colonias muestran leyendas e imágenes alusivas a las maras y pandillas.
Por:
San Pedro Sula, Honduras.
Aunque las autoridades policiales aseguran que pueden ingresar sin problema en todos los sectores de San Pedro Sula, la verdad es que sí existen puntos donde no es posible debido a la enorme presencia, poder logístico y recurso humano con que cuentan los grupos organizados.
Las estructuras gozan no solo de un número importante de miembros con diferentes roles, sino también con mucho dinero que les permite poseer entre otras cosas, armamento de diferente tipo y hasta tecnología de vigilancia a su favor.

El incremento exponencial de las estructuras en cuanto a número y tipo ha orillado a miles de familias a vivir encerrados por el temor que los asecha en cada esquina y por el miedo a sentir que en cualquier momento les caerá una bala.

La crisis social ha provocado también cierres de negocios, personas huyendo de sus casas por amenazas, limitado acceso de transporte público y vehículos repartidores bajo ciertas medidas. El ingreso de ciudadanos en vehículos particulares está condicionado al motivo de su visita, a quiénes busca, la forma en que entra, viste y de quién se trata.

En cada lado se observan calles estrechas y sombrías que se convierten en trampas mortales donde el peligro acecha por doquier. La violencia y la intimidación son el pan de cada día en estos pasajes, donde las maras y pandillas imponen sus reglas.

Los criminales han logrado infiltrarse en la vida diaria de las comunidades, desde el control del comercio informal hasta la explotación de negocios legítimos, han tejido una red de corrupción y violencia que envuelve a los barrios y colonias.

Ingresar a los pasajes de los barrios y colonias controlados es enfrentar la muerte misma. La presencia de estas organizaciones ha sumido a las familias en un estado de temor constante, donde la vida cotidiana se tiñe de violencia y desesperación.

Las historias de los vecindarios ilustran la crueldad de las maras y pandillas, quienes imponen su poder con extorsiones, asesinatos y desapariciones.

En medio de la difícil situación, hay líderes locales e instituciones que ofrecen oportunidades de cambio a aquellos que están atrapados en este ciclo de violencia. Estos buscan que la vida en los barrios y colonias no siga siendo una sentencia de muerte.

En Rivera Hernández, Chamelecón y Los Cármenes enfrentan similares problemas, más que el resto de zonas de la ciudad. Mientras mucha de su gente realiza los quehaceres diarios entre una constante zozobra, a otros les ha tocado que adaptarse a su realidad y continuar con sus vidas como si nada pasara a su alrededor.
