”Allí si entra solo se muere”: aumentan los desaparecidos y “casi regaladas” venden las casas
La zozobra diaria por las pandillas a obligado a muchas familias a huir de barrios y colonias en San Pedro Sula, abandonado casas y terrenos.
Foto: LA PRENSA
Rivera Hernández, Chamelecón y Los Cármenes; en San Pedro Sula, cargan con un fuerte problema de penetración de pandillas.
Por:
San Pedro Sula, Honduras.
No basta con acoplarse y convivir con las reglas de los grupos organizados, muchas familias han dejado sus casas o negocios por amenazas de mareros y pandilleros que reclaman edificaciones que no les pertenecen, otras porque han perdido a un ser querido y prefieren huir o porque ya no soportan vivir en un lugar tan inseguro.
Este patrón de vida se da sobre todo en sectores marginales como Rivera Hernández, Chamelecón, Los Cármenes, en San Pedro Sula; así como en la López Arellano, municipio de Choloma.
Otro mundo
La Unidad de Investigación de LA PRENSA Premium constató a través de recorridos en zonas conflictivas, cómo muchas de las casas lucen deterioradas pese a que personas aún viven en ellas. El temor constante evita que inviertan más dinero, algunas cuarterías o apartamentos tienen sobre sus fachadas rótulos de venta o datos de alquiler.

Los precios de las moradas están muy por debajo del mercado y pese a que los dueños difunden las propiedades con valores “ganga”, muy pocos se atreven a adquirirlas por el mismo miedo. Otras casas, en cambio, están totalmente abandonadas y ahora son puntos de reunión entre las diversas bandas.
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Todos los vecinos lo saben, incluso la misma Policía. Líderes comunitarios expresaron a LA PRENSA Premium que en los últimos años ha crecido el número de viviendas y terrenos abandonados y en venta en estos territorios por miedo o amenazas.

Según informaciones, quienes están detrás de esta actividad forzada son miembros que pertenecen a Los Tercereños, Vatos Locos y Pandilla 18, puesto que la Mara Salvatrucha acostumbra ahora a no despojar, sino más bien a rentar para operar.
Otro fenómeno que ha cobrado fuerza, según se conoció, son los desaparecimientos, personas de las que jamás se vuelve a saber y cuyos casos no son notificados a la Policía por miedo a represalias.

Incluso, se han presentado hechos de integrantes de maras que han desaparecido a sus familiares por encomiendas y luego los meten en cementerios clandestinos. Gran parte de estos casos se han dado en sitios como la Central, Kitur y San Francisco; en Rivera Hernández.
Hoy por hoy, según se supo a través de fuentes locales, la Pandilla 18 mata, pero evita llevar los cuerpos al mismo lugar de donde los raptó, ahora los asesinan y desaparecen por siempre.
Los impactos que acarrea para la población la presencia masiva de estructuras son dañinos, así lo considera el sociólogo Jorge Larios.
“Entre más se tarden para intervenir policial y militarmente estos sectores, más difícil será. Hay consecuencias de tipo económico y social, donde ni siquiera muchos jóvenes hallan empleo por vivir en estos sitios”, dijo.

En cada territorio donde hay presencia de maras apenas el 15% de los jóvenes se salvarán de no ser reclutados o afectados directamente por las estructuras, básicamente aquellos que están en las iglesias, estiman organizaciones comunitarias.
Coincidieron que últimamente la Mara Salvatrucha ha sido más flexible en cuanto al ingreso de desconocidos en los sectores, no así grupos como Los Tercereños o la Pandilla 18. “Allí si entra solo se muere”, sentenció uno de los informantes.