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Nueva facturación

  • 18 abril 2015 /

En Honduras es muy débil la responsabilidad en el cumplimiento de las obligaciones tributarias.

    Es de conocimiento general el desorden en el ámbito fiscal que favorece a defraudadores y evasores en perjuicio de las finanzas del Estado, cuyo uso baja del rango de Estado a nivel de Gobierno o personal donde los controles no existen o se tiñen del color dominante en los cuatro años. Las iniciativas, los esfuerzos o las presiones por mejorar los ingresos van chocando y aquello de ampliar la base tributaria ha ido quedando, como promesa, tarea por hacer en casi todas las administraciones.

    Señalamos lo anterior porque el nuevo sistema de facturación, vigente desde este mes para las empresas con Registro Tributario Nacional, RTN, con terminación en 0 y en 1, está ocasionando dificultades a pequeños y medianos emprendedores en sus actividades comerciales o de servicio. La presentación de un recibo para cobrar por parte de quien proporciona el servicio o entrega productos es una exigencia de quien paga para poder documentar gastos que, de otra manera, pueden ser cuestionados, reparados y hasta rechazados.

    El niño que es llorón y la niñera que lo pellizca es el dicho popular para explicar coloquialmente situaciones como la relación de la Dirección Ejecutiva de Ingresos y los contribuyentes, sean personas naturales o jurídicas. En Honduras es muy débil la responsabilidad en el cumplimiento de las obligaciones tributarias, con un altísimo nivel de jugarle la vuelta con el respaldo, no pocas veces, desde dentro mismo de la institución o del círculo de poder.

    Pero voltear la cara para un lado, el de los contribuyentes, es injusto, pues la conducta generalizada de la evasión es justificada o explicada por el irregular y abusivo uso de los recursos provenientes de los impuestos. No es justificación, sino simplemente expresión de un sentir colectivo como resultado de un gasto corriente -léase planilla- en acelerado incremento muy superior a los ingresos en detrimento de la inversión pública y de los programas sociales.

    En la medida en que los ciudadanos experimenten que los recursos exigidos por el Estado y a la municipalidad se destinan en su beneficio la “sangría” a que lo someten será menos dolorosa. Si queremos mejorar, hay que arrimar el hombro y no “escurrir el bulto”, fenómeno en el cual tiene una alta responsabilidad la burocracia. Si a la defensa de la bolsa personal o a las ganancias en la empresa sumamos las deficiencias en el campo fiscal, incrementadas en un nuevo sistema que tratan de sacar adelante a trancas y barrancas, nos daremos cuenta que el pequeño “ha topado” con la administración pública y por medio de la tecnología la mora le pone más que rojo, morado, cuando le enseñan los recibos de bienes inmuebles, servicios públicos.... o algún error en la base de datos no actualizada. La renuencia en los contribuyentes es innegable y hasta explicable, pero la desidia y hasta la incapacidad de los empleados públicos brillan, por ello es necesario hallar una solución para causar el menor daño a los pequeños negocios.