27/04/2024
11:14 PM

Futuro comprometido

    La pandemia de covid-19 significó en su momento un serio retroceso en los porcentajes de matrícula y continuidad de estudios en todos los niveles del sistema educativo nacional, tanto en su componente gubernamental como no gubernamental. Miles de niños, niñas y jóvenes abandonaron las aulas, sobre todo porque no contaban con los medios tecnológicos de los que hubo que echar mano para continuar con los procesos de enseñanza aprendizaje. Luego, una vez superada la emergencia, hubo una paulatina vuelta a la normalidad, pero, todavía hoy, sin llegar a los niveles de población estudiantil previos a marzo de 2020. Por el contrario, sobre todo en el subsistema gubernamental y en el nivel de educación superior, la tendencia a la baja se ha continuado acentuando hasta llegar a índices francamente alarmantes.

    En el caso de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras el decrecimiento de la matrícula en el último período del año en curso ha llegado a alrededor del 35%. Es decir, de más de 91,000 estudiantes cursando estudios antes de marzo de 2020, en el último período académico de 2023 se han registrado menos de 58,000.

    Hay múltiples factores que inciden en la deserción estudiantil, en todos los niveles, y que tiene que ver con factores económicos, sociales, laborales, migratorios, de seguridad, etc. Y, por lo anterior, la búsqueda de soluciones a tan compleja problemática no es nada sencilla. Pero, para comenzar, es indispensable tomar conciencia de la gravedad del problema. Para nadie es un secreto que el desarrollo de cualquier país está íntimamente ligado con su situación educativa. Subdesarrollo e ignorancia suelen conformar una dupla inseparable. Por lo mismo, la reducción de la cantidad de hondureños y hondureñas que cursan estudios universitarios comprometen el futuro del país. Si, además, sumamos la notable fuga de cerebros, de recurso humano calificado, que en auténtica caravana sale por los aeropuertos de Honduras, la alarma debe encenderse.

    Los datos de profesionales jóvenes que han emigrado son altos. El Estado hondureño ha invertido ingentes recursos en la formación profesional de miles de hombres y mujeres que hoy trabajan en Estados Unidos, Asia o Europa y que no tienen dentro de sus planes regresar a este país. Como en otros aspectos de la vida nacional, es indispensable un amplio diálogo de todos los sectores para definir un plan de acción que, por un lado, vaya a las causas del fenómeno, y, por el otro, ofrezca salidas a esta crisis. No hay tiempo que perder.