28/04/2024
12:58 AM

Fieles de la parroquia Guadalupe claman paz y justicia

“Alto a las muertes, abortos, secuestros, impunidad y hambre” eran algunas de las peticiones que gritaban a una misma voz más de 300 feligreses que marcharon ayer desde el templo Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en el barrio Villaflorencia, hasta el parque central, adonde pidieron por la paz.

En carteles y mantas, los familiares de las víctimas de la violencia expresaron su dolor y exigieron justicia.

“Ya ha pasado un año desde que mataron a mi sobrino para robarle las pocas cositas de valor que portaba. Le pedimos a Dios que toque el corazón de estas personas y los guíe por un mejor camino lejos de la maldad”, declaró la feligresa María Luisa Nájera.

José Antonio Canales, párroco de la iglesia Guadalupe, dijo que organizaron la marcha motivados por el alto nivel de violencia que azota a la sociedad.

“La violencia no ha cesado, no queremos quedarnos callados, tenemos fe que esto puede cambiar. Queremos enviar un mensaje de paz, diciéndoles a los sampedranos y los hondureños en general que este no es el país que deseamos para nosotros, ni el que Dios quiere”.

Tiempo para cambiar

El sacerdote dijo que actualmente la sociedad vive llena de dolor y de luto. “Mi preocupación es cómo están las familias, pues cada día son más los muertos. Es lamentable que se le reste el valor a la vida, estas personas no recuerdan que con cada asesinato se daña a hijos, esposas, padres y hermanos. Estamos viviendo en un mundo de terror”, lamentó el clérigo.

Aseguró que para frenar la violencia es necesario ir a la raíz del problema: la familia. “Estas personas que andan delinquiendo provienen de familias desintegradas; otro factor es la pobreza, ya que hay muchas madres solteras educando solas a sus hijos, quienes crecen con el ejemplo de las calles porque ellas tienen que trabajar”.

Al preguntarle quiénes son los responsables de tanta violencia expresó: “Todos somos culpables, unos más que otros, pero todos tenemos un poquito que ver. Hoy ofrecemos lo mejor que tenemos, ofrecemos a Jesucristo. Para frenar la violencia, todos tenemos que cambiar, debemos aprender a ser más solidarios con los demás”.

Manuela Rodríguez, coordinadora de la pastoral social de la parroquia, dijo que las cifras de personas que llegan a la iglesia a pedir ayuda han aumentado en los últimos meses, antes se recibían 20 personas al mes y hoy es ese número a diario.

“Hay mucho desempleo y los hospitales no tienen medicinas, eso ha provocado que la gente busque en la iglesia una solución a sus preocupaciones”, manifestó Rodríguez.