No es teoría o ficción como muestran las publicaciones de LA PRENSA durante más de una semana a las que, por fin, ha dado respuesta la gerencia municipal del ambiente con la promesa de “tomar muestras para conocer la causa” de la anomalía causante de tanto malestar en la población.
Aunque son asuntos diferentes y sin ligamento por el momento, en estos días el tema ambiental ha llegado también a uno de los lugares con gran raigambre en la ciudad: el Monumento a la Madre despojado de la arboleda que le daba vida, rotonda muy concurrida y bella imagen de la urbe. No sabemos si en la municipalidad se busca recrear los jardines de Versalles o aquellos míticos de Babilonia, aunque no se alcance el título de colgantes. La Capital Industrial necesita árboles, más árboles y que sean ellos los que defiendan y protejan la calidad de vida en la urbe.
Pero ahora, el problema se concentra en los malos olores en numerosas colonias y barrios de la ciudad e, incluso, la situación ha llegado a los municipios de Villanueva y La lima. No es un mal pasajero, cuyo malestar se puede aminorar, pues hay algo más profundo de lo que se ha hablado en numerosas ocasiones, pero que ha terminado en la pregunta, ¿quién le pone el cascabel al gato?
Nos referimos a la carencia de un sistema para el tratamiento de aguas servidas que llegan crudas a los arroyos, quebradas y ríos de la ciudad. Todo va para el valle con una contaminación tal que el Chamelecón se ha convertido en una cloaca a cielo abierto.
Volveremos a lo mismo: las responsabilidades de la municipalidad y de Aguas de San Pedro para solucionar este problema, el mayor adefesio en la imagen de la ciudad.
Pero ahora en el comunicado municipal, cuya redacción se ha ido postergando por semana a semana, se habla de encuesta entre los vecinos afectados. El siguiente paso, buscar y hallar muestras para conocer posibles causas, algunas de las cuales se adelantan en la muy tardía reacción municipal. Lo que venga después será ya muy después.
La pachorra en atender el malestar de los ciudadanos por los malos olores contrasta con la rapidez en el uso de la sierra y el hacha para cortar árboles, cuyos sustitutos, si es que los hay, tardarán años en crecer, expandir la copa y proporcionar además de una bella estampa sombra acogedora y refrescante que tanto necesitamos en la Capital Industrial.