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Va para largo

  • 19 marzo 2021 /

Editorial, 19 de marzo 2021.

    Se van consumiendo horas y lo más destacable, lo único inobjetable, hasta el momento es la participación ordenada y cívica de los electores que, como anticipamos, constituyó el protagonismo en la jornada, lo del día después es ya otra canción que no termina de convencer por el “tortuguismo” del Consejo Nacional Electoral y por anuncios, más producto de la frustración que de la realidad, de algunos precandidatos a los que les fue mal en el viaje, repetido o por primera vez.


    Desde las primeras horas el reconocimiento para los electores llegó de los observadores internacionales con los calificativos de orden y tranquilidad por parte de la población, cuyo número de participación se conocerá al final para evaluar la asistencia o abstención, muy importante para noviembre, ya que los porcentajes son reales, ajustados y producto del conteo de las actas; pero no proporcionan la participación.


    Vamos a entrar al fin de semana y el escrutinio va para largo, lo que no parece inquietar en el CNE, cuyo primer dato oficial del miércoles en horas de la noche, tres días después de la elección, dio a conocer el resultado de 2,119 actas procesadas de las 23,880, documento oficial al cierre de las urnas.


    La explicación de tan inusual procedimiento que mantiene en ascuas a precandidatos y población es que van a lo seguro y, según la ley, hay tiempo para dar a conocer las cifras oficiales definitivas, aunque el “pasito tuntún” haya sido un calvario y causa de inquietud social y desasosiego individual, pues, aunque pocas, tienden un velo de desconfianza, más si algún supuesto bloqueo aparece como fantasma para agitar más los nervios.


    No hemos salido de esto, pero vamos saliendo, pese a los graves obstáculos surgidos de quienes debieran ser los más ágiles impulsores para beneficiar y actualizar el sistema, sin crear conflicto tras conflicto a última hora. ¿Se acuerdan los diputados de la Ley Electoral? Que no vengan en algunas sesiones virtuales para aprobar las reformas cuando faltan horas para su aplicación en la contienda general. Encerrados debieran estar y, si hace falta, a pan y agua, como hacían en la elección del nuevo Papa en la Edad Media, si no logran las reformas necesarias y a tiempo para las elecciones de noviembre.


    Los disensos continuos o de última hora solo imponen soluciones miopes que después se transforman en problemas, ante los cuales cada uno busca su bote salvavida para escabullirse de lo que se avecina. Quien siempre queda en la tormenta es el pueblo. Echen un vistazo a los últimos cuarenta años.