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Democracia, pluralismo

  • 19 junio 2022 /

    Hasta las buenas miradas, por las dudosas, las palabras o los gestos se llevan en cuenta cuando no se acepta, por razones claramente conocidas, que la democracia significa pluralismo como lo entiende el congresista Ramón Barrios al señalar a sus correligionarios, como por años enseñó a sus alumnos en el Curn, que “es normal que en un partido haya compañeros que tengan pensamientos divergentes y no sea una máquina para agachar la cabeza”.

    Ilustrativas las palabras en estos días cuando en el oficialismo se escuchan voces de “bancadita” en el Poder Legislativo y con más alto nivel se oye el silencio de la desaprobación y condena de quienes, cómodamente entronizados, quieren ver “cabezas agachadas” y acciones marcadas de un único mando de poder. Ha habido antecedentes que eran como cliché: nacionalistas, tranquilos. Liberales revoltosos, pero en elecciones se unen. Ahora ha cambiado y “Roma locuta causa finita”. Y al que no le guste...La afirmación puntual de que las diferencias entre los diputados quejosos, hasta la disidencia, de Libre son por cuestiones internas es para rebajar la marea, lo cual es muestra de libertad de pensamiento si hay respeto y mediante el diálogo, plenamente participativo, se logra confluencia y se adoptan medidas en beneficio el partido que han de apuntar al mejoramiento de la calidad de vida de los hondureños lo cual se halla todavía fuera de la agenda de la mayoría que llega al poder o se introduce en el engranaje gubernamental, utilizado como gran firma de empleo con carga directa al presupuesto.“Cuando llegamos a ocupar un cargo que el pueblo nos eligió, nos olvidamos de ese pueblo y nos enfrascamos en problemas internos”, señalaba una persona muy cercana a la Presidencia al referirse al pleito de diputados oficialistas. Y como dicen en el pueblo no se puede tapar el sol con un dedo y bien vemos lo que está sucediendo y las previsiones, avaladas por un pasado no tan lejano.

    Es cierto que hay conductas de grupo y compromisos partidarios que cada uno de los diputados habrá de considerar sin abandonar los espacios personales de libertad, de manera que las divergencias sean como sonidos de alarma cuando la tentación del poder absoluto o el autoritarismo populista quiera o haga callar la disidencia que también habrá de estar abierta al diálogo.

    El desafío está ahí y no es exclusivo de quienes se hallan hoy en el poder, aunque ha surgido con mayor crispación, sino que invade las entrañas de nuestro sistema político, peldaño para ascender y permanecer en él el tiempo permita quien venga después y no tenga demasiadas presiones de “valentones” como hemos visto últimamente. Democracia es pluralismo y no “agachar la cabeza”.