29/04/2024
07:10 AM

Crímenes ¿y castigos?

    Las revelaciones que diariamente salen a la superficie en la ciudad de Nueva York, a medida que más testigos y pruebas emergen, revelan la profundidad y amplitud de la crisis de justicia que vive nuestro país, en el que la criminalidad ha actuado y continúa actuando en total impunidad.

    Múltiples interrogantes se formulan nuestros compatriotas, tanto los que vivimos aquí como los que residen en el extranjero. Entre ellas, estas: ¿continuará prevaleciendo el mal sobre el bien?, ¿la impunidad sobre el rendimiento de cuentas?, ¿la secretividad sobre la transparencia?, ¿el ventajismo y la manipulación sobre la transparencia?, ¿la amoralidad sobre la ética?, ¿el cinismo, falacias e hipocresía en detrimento de la legitimidad y la razón?. ¿Qué escala de valores prevalecerá?, ¿se consolidó el secuestro y captura del Estado por parte de los narcotraficantes y sus aliados?

    Estas y muchas otras interrogantes debemos plantearnos con cada vez mayor frecuencia e intensidad a fin de determinar el curso y rumbo de nuestra nación, su existencia misma.

    Honduras vive una especial y dramática coyuntura: o bien consolidar un pasado y presente ominosos, sórdidos, en que el crimen, la violencia, la corrupción, el enriquecimiento rápido e ilícito, en que el fin justifica los medios, crecientemente se han impuesto, o bien recuperar un ambiente de elemental decencia y honradez.

    Cuando la memoria colectiva rápidamente se diluye, es necesario recordar todo aquello que ha ido conduciendo a nuestro país, de manera sostenida, veloz e inexorable, hacia el despeñadero, el laberinto existencial. Y los medios masivos de comunicación desempeñamos un papel clave en exponer y denunciar, sin retroceder ante las amenazas e intimidaciones, el actual estado de cosas, por demás repudiable.

    Evitar el definitivo colapso requiere de esfuerzos y voluntades colectivas, permanentes, para poder trascender, con posibilidades de éxito, la definitiva superación de más de lo mismo, vale decir la ignominia y el deshonor que hoy por hoy nos avasallan, inmovilizándonos, reduciéndonos a la impotencia y la parálisis.

    Superemos aquello del no conviene, las actitudes acomodaticias y procedamos a un rearme moral y legal que nos devuelva honorabilidad y soberanía.

    En tanto en Honduras no cuente con un Poder Judicial y una Fiscalía General transparentes, en que las sentencias e investigaciones estén total y absolutamente apegadas a Derecho, no influidas por presiones de ningún tipo, continuaremos adoleciendo de un sistema legal carente de equidad y confiabilidad por parte, tanto de la ciudadanía como de la comunidad internacional. Una y otra continuarán cuestionándolos, sin otorgarles la necesaria confianza, indispensable para su normal desempeño, más allá de cualquier duda.