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  • 16 mayo 2019 /

Tanto en la Enee como en la EEH, el silencio se ha convertido en eficiente cómplice.

    San Pedro Sula, Honduras

    No es por magnificar, pero en las últimas semanas se ha destacado, con toda justicia, la crisis energética en el litoral atlántico y en Olancho con respuesta, no muy agradable, para la población de aquellas zonas; pero la gravedad del problema es mucho mayor, pues en San Pedro Sula los apagones, cuya planificación no es comunicada, ocurren diariamente en algunos barrios y colonias desde la mañana hasta en horas de la tarde. En otros sectores, ¿con más suerte?, de dos a cinco de la tarde. Para todos llegó el verano y con él los apagones, más dolorosos y agobiantes, cuando en el recibo mensual queda reflejado el aumento anunciado, en el que se supone no constan las horas en que falta la energía, pues, de lo contrario, sería golpe y porrazo contra los abonados.

    Tanto en la Empresa de Energía Eléctrica (Enee) como en la Empresa Energía Honduras (EEH), el silencio se ha convertido en eficiente cómplice, especialmente para la última, pues todos los ojos están puestos en la primera y sus adláteres sin que se haga alusión a aquello de la transmisión, la recuperación de pérdidas o las previsiones para la temporada. Todo ello a la espera de que llueva, desciendan las temperaturas y la naturaleza proporcione alivio, puesto que ejecutivos y funcionarios en el campo de energía siguen mostrándose incapaces e irresponsables no solo en proporcionar el servicio, sino en su alto costo para la economía familiar y del sector productivo.

    Para la zona atlántica y Olancho se habla de una empresa de térmica, de provisión de combustible y de otras diligencias; para la Capital Industrial y otros lugares del país, los apagones son causados por la “excesiva demanda”, recomendando a la población austeridad y disponer de abanicos manuales con los que levantar un poco de brisa sobre el rostro y el cuello. El verano es el “culpable” sin duda, pero todo tiene su fin y, aludiendo al dicho de estos días y cambiándolo, habrá que decir “san Isidro labrador, manda la lluvia y quita el sol”.

    El daño, el malestar y las quejas habrán de ser historia, ojalá en los próximos días; pero en 2020 ¿tropezarán en la misma piedra y se repetirán los hechos sin responsables? La reducción de pérdidas, establecida en un oneroso contrato, ¿contribuirá a rescatar la Enee o la hundirá más? El aumento en los ingresos, no afectado por los apagones, se deberá al incremento en las tarifas, no a reducción de pérdidas, no sea que porcentajes y cantidades se presenten como cumplimiento de las condiciones de contrato. Todo puede suceder en las oficinas...