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Bueno, bonito y ...

  • 15 agosto 2019 /

El fin de las condiciones náuticas favorables lo devuelve a sentir la arena, primero bajo el agua, agradable, después en la playa no tanto y posteriormente el pavimento como todo hijo de vecino.

    Aquello de “ bueno, bonito y barato” no es aplicable al campo de la energía ni a ningún otro en que haya intervención, directa o indirecta, de la burocracia enquistada en la administración pública en la que mantiene perfectamente el equilibrio encima de una tabla especial mientras se hallan sobre la cresta de la ola. El fin de las condiciones náuticas favorables lo devuelve a sentir la arena, primero bajo el agua, agradable, después en la playa no tanto y posteriormente el pavimento como todo hijo de vecino.

    La alusión al minoritario deporte náutico viene al recordar las palabras de aquellos que nos crearon ilusiones de la energía limpia, barata sin necesidad de esperar el barquito y mucho menos alterar la presión con los altibajos en los precios de los combustibles que por las condiciones geopolíticas o los gravámenes internos tienen la manía de tirar para arriba. Nos dijeron ya no, pues el agua cae gratis, aunque a veces escasea, se acumula y se dirige hacia las máquinas para obtener electricidad. Total la materia prima muy nuestra, hasta ahora abundante, racional e inteligentemente utilizada se convertiría en fuente de energía no contaminante, buena, bonita, hasta centro turístico, y barata, pues no hay que importar la materia para la generación de electricidad.

    Todo espectacular y esperanzador hasta que se conocen cifras que en unos años, como los niños, adolescentes y adultos crecen que es un contento y si no que lo diga Patuca III que de los $350.2 millones originales pegó un estirón hasta los $531.8 millones que ya se adivina de dónde saldrán, pues, de acuerdo a los cálculos, el precio original del kilovatio hora era de $0.09, pero puesto en línea, si no surgen más contratiempos, llegará a $0.20, el más caro en el mercado energético y eso que el agua es regalada, solo hay que almacenarla que no es poco, como queda evidenciado en la corta historia de la aún “non nata” represa Patuca III.

    Para funcionarios y empresas que se han movido estos años en torno a la obra, la justificación está al alcance de la mano, peor es nada o no hay energía más cara que la que no se tiene; pero la “moderna” fuente de energía se encamina hacia un “desastre financiero” con carga al abonado, con dimensión internacional por aquello de las demandas y con más señalamientos de expertos en “surf” que irán dejando la cresta de ola y entonces habrán de responder por agujeros y rincones, atrasos y contratos que restarán rentabilidad al proyecto y marcarán mayores cantidades en el recibo mensual.