29/04/2024
12:34 AM

Veintiocho segundos

Francisco Gómez Villela

Recientemente el mundo del deporte ha visto con asombro la estrategia de la liga de fútbol de Arabia Saudita para contratar a los mejores jugadores del mundo, ofreciéndoles cantidades estratosféricas, nunca vistas en el deporte. Hablamos de cuantías de hasta $ 200 millones por temporada netos. Ofertas irrechazables.

Esa liga aspira a situarse en el fútbol de élite para competir con las otras 5 ligas de países europeos que tienen el mejor fútbol en el mundo. Seguramente lo lograrán.

Bien por los jugadores, ahora son profesionales y son ejemplo de conducta dentro y fuera de la cancha. Son fruto de esfuerzo y al disciplina. Son ejemplo de conducta para millones de jóvenes .Mal para el planeta.

Demasiada polarización de la riqueza. Esta ahora se mide en miles de millones. La fortuna más grande del mundo pertenece a una sola persona y es de $211 mil millones. En África oriental, el hambre mata una persona cada 28 segundos. Abominable.

En nuestro país hay jugadores de la liga “5 Estrellas” que probablemente ganan un poco más del salario mínimo, y un recién graduado universitario (que seguramente estudió y trabajó a la vez, que se endeudó para pagar la universidad), la empresa privada le ofrece a lo máximo $500 mensuales menos deducciones. Y eso sin hablar de los pobres pobres.

Según el INE, en nuestro país más de 2 millones de habitantes “viven” con menos de un dólar diario. En esta matemática los números no cuadran. Hay algo que no cubica, algo ilógico, incomprensible. Ostentación y miseria sin límites.Siempre han existido los dos polos económicos.

El problema es que en la actualidad se le rinde culto a las vidas fastuosas de ricos y famosos. Los medios, el internet, las películas, las modas, la música, han hecho negocio sublimando una forma de vida que para la mayoría solo es un sueño obsesivo inalcanzable, pero que en el fondo les genera resentimiento, envidia de la “mala”, inconformidad, y amargura por impotencia.

No viven, sufren. Este drama es el que los gobiernos izquierdistas explotan con el populismo más vil y rastrero. Quitarle a los ricos para dárselo a los pobres. Todos pobres o nada. Les magnifican el dolor de ser desposeídos.

Aumentan su resquemor social. Pero algo debe de hacerse para disminuir esta brecha de pasiones. Debe haber más compasión por los pobres. No hay que restregarles su miseria en la cara, publicitando el derroche ajeno. Eso es morboso. La riqueza sin caridad no es buena. Este planeta no está para ostentaciones.