24/04/2024
04:11 PM

¿Vacunas? ¿Para qué?

Emilio Santamaría

Año 1796, estaba por finalizar el siglo 18. Edward Jenner observó que las señoras que ordeñaban las vacas no se contagiaban de la viruela humana, que era una epidemia. Hizo un experimento, tomó pus infectada y la inoculó a un niño sano de unos 8 años con la esperanza de que adquiriera la inmunidad.

Hoy nadie puede realizar experimentos directamente en seres humanos. Pero para suerte de Jenner, el niño desarrolló la enfermedad muy levemente y se recuperó totalmente en un par de días. Lo infectó nuevamente con la viruela humana y no desarrollo ningún síntoma. Pasó así el muchachito James Phipps a ser el primero en ser inmunizado. El Dr. Jenner había utilizado la ubre de las vacas para su experimento. Ochenta y cinco años después, fue Louis Pasteur el que en homenaje a Edward Jenner, propuso el término “vacuna” por la relación con las vacas. Se generalizó el nombre en todo lo que produjera inmunidad.

¿Han servido las vacunas a la humanidad? La viruela se erradicó hasta bien entrado el siglo 20, pero se hizo totalmente. En su tiempo produjo un 20% de la mortalidad en Europa. Hoy en día los bebés, en casi todo el mundo, reciben la “vacuna triple” que los protege del sarampión, la rubeola y las paperas. Y este año 2020 se está celebrando el 30 aniversario cuando el Dr. Carlos Canseco, como presidente mundial de Rotary International, inició el programa Polio Plus. Apoyando a la OMS y los gobiernos locales, miles de rotarios se lanzaron a vacunar. ¿El resultado? Pregunte a algún joven y no recordará a alguien víctima de la poliomielitis.

Hoy se batalla en el mundo contra un enemigo que no vemos, pero que se ha llevado la vida de casi 750,000 personas a nivel mundial y tan solo en los Estados Unidos ha infectado a más de medio millón. Las palabras coronavirus, covid-19, bioseguridad y pandemia se pronuncian miles y miles de veces diariamente. Pero al fin hay una luz al final del túnel. Varias vacunas están en la fase final. ¿Podrán ser la solución?

LO NEGATIVO: Sentir la desesperanza por la lucha diaria con el coronavirus.

LO POSITIVO: Sentir que hay una esperanza justificada en las vacunas que se están desarrollando.