27/04/2024
12:50 AM

¿Te arrancaron tu identidad?

Una táctica muy sutil de las tinieblas aliadas con fuerzas oscuras humanas con mucho poder es arrancar a los seres humanos su conciencia de ser persona, única, irrepetible, original y convertirlos en entes sin “rostro”, despersonalizados, un número más, miembros de una masa amorfa que sigue los dictados de quienes quieren gobernar al mundo para saciar sus intereses particulares. Estos maquiavélicos grupos sin ética ni sentido del bien común, movilizan todos sus recursos para “uniformar” la mente, el comportamiento e inclusive las modas y gustos de las mayorías. Se crean así dictaduras del pensamiento y actuar, promoviendo una cultura del consumismo y lavando todo sentido de pertenencia a un grupo humano, sea nación, etnia, religión o clase social.

Aparece así un “nuevo orden mundial” donde todo se manipula desde los medios de comunicación y la economía, e inclusive lo que es “entretenimiento” se convierte en promotor de “nuevas conductas” antinaturales y aberrantes. Surgen nuevas mitologías y los dioses son los cantantes, actores y aún deportistas sobresalientes que imponen sus comportamientos como referencias casi obligadas para los adolescentes y jóvenes. Rodeados de escándalos y esnobismos absurdos, sus excentricidades son mediatizadas, conocidas por todo el mundo inmediatamente y celebradas.

El casarse y descasarse, el embriagarse y desnudarse, el declarar públicamente su nueva orientación sexual, el golpear a sus amantes o unirse a nuevos cónyuges de muchísimo menos edad, todo es noticia y al igual que los dioses del Olimpo son motivo de celebración, asombro, curiosidad y morbosa admiración. Inclusive entran en este elenco de dioses miembros de las noblezas de algunas monarquías y millonarios que destacan por sus excesos en todos los órdenes. Y ante la crisis de identidad millares de jóvenes se identifican con ellos y adquieren de “prestado” una personalidad ficticia imitándolos en muchas cosas. Aparecen los perfumes, camisas y bikinis con los nombres de algunos de ellos como marcas comerciales y así crece la popularidad absurda de estos “antilíderes” promoviendo “antivalores” que degradan a la juventud.

El gran reto para los jóvenes y nosotros es mantener la conciencia de que “soy único, especial, dotado de un cuerpo, alma y espíritu individual”, hecho por un Dios plenamente soberano, infinitamente sabio, amoroso y poderoso y que se miró a sí mismo para hacerme; “he sido hecho en serio por Dios y no en serie”, con la particularidad de haberme señalado una misión que cumplir en la tierra que nadie podrá hacer por mí. Esto me hace a mí ejercer el don de discernimiento y separar lo luminoso de lo tenebroso, desenmascarando lo malo con apariencia de bueno, para no imitar lo degradante sino buscar el ejemplo de los auténticos héroes y heroínas. Eso me hará luchar para que nadie arranque mi identidad y afecte mi personalidad fundamentada en la comunión Trinitaria, donde soy hijo del Padre en Cristo, templo del Espíritu y miembro de la Iglesia.

Auténticas referencias: Sócrates y Aristóteles, Buda y Confucio, San Pedro y San Pablo, San Agustín y Santo Tomás, El Mío Cid y Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús y S. Juan de la Cruz, S. Pedro de Alcántara y Santo Toribio de Mogrovejo, Cristóbal Colón y Bartolomé de las Casas, Newton y Chopin, Beethoven y Einstein, Gandhi y Luther King, para citar a algunos de los miles de hombres y mujeres célebres que han contribuido a que este mundo sea mejor.

En todos ellos: conciencia clara de su identidad, de su crecimiento integral, de su misión en la tierra. Fueron fieles a sus metas, convencidos de la importancia de sus ideales. Caracterizados por su disciplina, concentración, solidaridad, espíritu de renuncia y sacrificio, búsqueda de la soledad y de meditación y un deseo de perfección enorme. Se amaban y se respetaban a sí mismos. La conciencia un destino histórico, ya que se sentían llamados por Dios o por algo misterioso los hizo realizar proezas. No imitaban a nadie y menos se dejaron degradar por falsas ideologías y jamás aceptaron ser despersonalizados.

Jesucristo, el más grande ejemplo. La conciencia clara de quién era y de su misión salvífica, la certeza de la Presencia de su Padre y la obediencia radical a Él, lo hizo pasar por la más grande prueba de despersonalización posible; la pasión y agonía de la Cruz. Azotado por los verdugos, despreciado por el pueblo, abandonado por los discípulos, muriéndose de la manera más espantosa y aún sintiendo la lejanía de su Padre, no afectó en nada la conciencia de quién era y para qué estaba en la tierra. Él era y es el “Yo soy el que soy”, Jesucristo el Hijo del Padre y Salvador. Y con Él somos invencibles.