“Nada hay más hermoso que un padre llegue a convertirse en un amigo de sus hijos, cuando estos llegan a perderle el temor, pero no el respeto”, José Ingenieros. Un padre siempre al verle emana el sentir de decir un te extraño; alguien en quien podemos hablar cosas del pasado reconociendo la ayuda que ha brindado sin reservas ni prejuicios sabiendo que aunque muchos emitan el juicio siempre se sabrá que el padre es alguien que ama, así seco, frío y con voz cálida, pero lo cierto es que el apretón de manos y el abrazo fuerte es emocionante; solo para los que son verdaderos hijos que pueden ver la vulnerabilidad de su padre, pero nunca buscan la oportunidad para apuntarle y señalarle; sino siempre reconocer que su amor es defensor, proveedor y que un día te enseñó a volar en la vida sin temores ni pensando si un día el hijo le daría sus favores.
La paternidad mejora el desarrollo de la estructura psíquica y emocional de los niños; hace la vida más productiva y reproductiva, y contribuye a la equidad de género y al desarrollo de habilidades sociales, emocionales y cognitivas promoviendo la autoestima y confianza en los hijos e hijas.
La paternidad que toma responsabilidad incide para ver los siguientes beneficios en los padres: mejor salud física y mental, niveles más bajos de estrés, menor riesgo de abuso drogas, mejor resultado en las relaciones de pareja, y en los hijos son varios: mejores resultados en la escuela, mejor desarrollo de la autoestima, mayores herramientas para enfrentarse en la vida, mayor compromiso de responsabilidad a futuro y fomenta la inteligencia emocional.
“Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”. Malaquías 4:6. Hoy es el día que se rompen ciclos de maldición y orfandad.
