29/04/2024
12:01 AM

Mujer e iglesia

Jibsam Melgares

Uno de los asuntos que mayor controversia genera en el seno de las iglesias es, sin duda, el papel o rol que la mujer puede ejercer dentro de la congregación.

En algunas iglesias, las damas pueden optar a cualquier cargo o posición, pero en otras no. ¿Qué se puede decir ante este conflicto de perspectivas? Sin ánimo de pretender dar una respuesta definitiva, en esta columna ofrecemos una línea de pensamiento cuyo fin es abonar para una posible solución del asunto.

Considero que los cristianos hemos equivocado el énfasis en este tema. La preocupación de las congregaciones no debería ser qué cargos puede desempeñar una mujer y qué cargos no, sino que, en lugar de ello, las iglesias deberían de preocuparse por discernir cuál es el lugar o lugares en los cuales Dios quiere usar a cada persona, incluidas las mujeres. En el Nuevo Testamento se enlista una serie de dones o habilidades especiales que el Espíritu Santo da a cada miembro de la iglesia para que sirva y edifique a los demás hermanos. Y en ninguna lista se dice que tal o cual don solo le pertenece o le es privativo a determinado género.

La Biblia es muy clara en afirmar que Dios usa a quien quiere en el puesto que quiera. A Débora le otorgó habilidades directivas, por eso se desempeñó como jueza de Israel. En una época posterior a Débora se nos dice que Dios escogió a un niño para ser su vocero, Samuel.

Notemos que no fue el sumo sacerdote o algún levita experimentado. En el libro de los Hechos se nos narra que Priscila, junto con su esposo Aquila, le ayudaron al muy preparado Apolos a entender mejor el evangelio.

Recordemos que la iglesia no es el recinto donde gobierna el hombre, sino que debe ser el lugar donde el Espíritu de Dios es su verdadero director y quien determina lo que va a hacer cada persona, y él obra como él quiere.