08/05/2024
12:11 AM

Lleno de memoria

Elisa Pineda

A veces me pregunto ¿qué sería de cada persona sin la capacidad de descartar o dejar atrás?, ¿sería posible avanzar si viviéramos anclados de forma permanente al pasado? Difícilmente eso sería factible; sin embargo, sin memoria tampoco sería posible reconocer nuestras propias raíces y los sueños que nos impulsan a seguir adelante.

De vez en cuando la mente nos juega tretas, en ocasiones divertidas, pero en otras, difíciles de asimilar, trayéndonos al presente algún recuerdo triste, de alguna pérdida o de profunda soledad, de rechazo o de traición, de desencanto y amargura.

Esos recuerdos que se presentan una y otra vez a lo largo de la vida nos permiten entender que no somos dueños de lo que recibimos, que no siempre corresponde a lo que damos, pero que sí es nuestra responsabilidad decidir qué haremos con eso.

Que “el olvido está lleno de memoria” escribió el célebre escritor uruguayo Mario Benedetti. Uno puede olvidar aquello que no es trascendental, pero es más difícil hacerlo con lo que nos marca, como personas y como sociedades.

Podemos elegir qué hacer con las memorias; tal vez tomar la alternativa de quedarnos en ellas, sin avanzar, haciendo que sus raíces se hagan profundas, difíciles de mover. Pero también podemos reconocer esas memorias, saber que hemos pasado por allí, pero con la conciencia de que debemos buscar otros lugares y personas donde ser y estar.

Aquellos a los que no debemos acudir más, porque perdonar no significa dar una nueva bienvenida a quien nos hizo daño, sino liberarnos del odio paralizante, que al final de cuentas solamente daña.

Recordar muchas veces es aceptar que esos recuerdos son invariablemente parte de nuestra historia, aprender de ellos para construir nuestra mejor versión de sí mismos es necesario.

A veces la mente nos lleva a reencontrarnos con versiones nuestras antiguas, para comprender situaciones del presente que aún no resolvemos: actitudes, temores o fijaciones.

En otras, solamente para abrazar a esa versión antigua, para hacer las paces con ella e incluso perdonarnos por errores cometidos, para continuar. Olvidar solo porque sí no es fácil y quizás tampoco sea bueno.

Recordar es indispensable para transformarnos en lo que deseamos ser, sin odio, con respeto; sin romantizar y sin idealizar, sino para ser más objetivos, reconociendo nuestras fallas y aciertos. Permitirse olvidar lo intrascendente, dejar de lado lo que no suma, aprender a dejar atrás a veces es una necesidad. Aceptar para crecer es una obligación.Que la memoria sea una forma de encontrarnos y reencontrarnos con otros, para ser y estar mejor. No lo olvides.