28/04/2024
10:03 AM

Las manos de Dios

Emilio Santamaría

Me encontraba en Guadalajara como orador asociado del célebre Og Mandino. Esa noche le escuché la historia de “Las manos de Dios”. Me impresionó notablemente. Era una anécdota de quien no se sabía el autor. Contó que en el principio de los tiempos las manos de Dios estaban moldeando al hombre. Suavemente, pero con firmeza, amasaban el barro y lo iban formando. Cuando ya estaba casi listo, el hombre, aprovechando un descuido, saltó y corrió hasta perderse en el paraíso. Las manos se asustaron. La derecha recriminó a la izquierda ¡No lo sujetaste bien! Esta se defendió ¡Tú lo soltaste demasiado rápido! Fue entonces cuando intervino Dios diciendo: “Ninguna de ustedes es culpable. Fueron las ansias de vivir del hombre las que lo indujeron a ser tan imprudente”. Pero, Señor, replicaron las manos, es que aún no lo habíamos acabado de formar. “Entonces, sentenció, el hombre se tendrá que acabar de formar a sí mismo”. Y desde entonces, decía Og, esa ha sido quizá su mayor responsabilidad.

En realidad, todos nacemos desnudos, ignorantes y asustados. ¿Acaso usted escuchó al nacer un bebé decir que nació un médico o un programador de computación? Simplemente nació, después mediante el estudio y la preparación se convertirá en aquello que lo haga útil y apreciado. Por eso me sorprende cuando alguien dice que es una nulidad relacionándose con los demás o hablando en público. Me sorprende porque hay una idea muy generalizada de que esas son habilidades con las que se suponen se debió haber nacido. Debo entonces explicarles que esas destrezas pueden ser desarrolladas. Lo sé sin duda alguna porque he visto cómo hombres y mujeres lo logran participando en los entrenamientos Dale Carnegie.

Este es el mensaje de “Las manos de Dios”: “El hombre se tendrá que formar a sí mismo”. La persona de quien lo escuché, Og Mandino, falleció hace años, pero ese relato sigue siendo válido hoy en día.

LO NEGATIVO: Por desconocimiento solo desarrollarnos parcialmente y vivir también parcialmente.

LO POSITIVO: Comprender el potencial en nuestro interior y desarrollarlo. Terminar así la labor de las manos de Dios.

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