29/04/2024
09:27 AM

La proposición del amor

Salomón Melgares Jr.

El coro de una famosa canción en inglés de los 80 dice, más o menos, así: “El amor muerde, el amor sangra, [el amor te pone] de rodillas, el amor vive, el amor muere (no es de extrañar), el amor ruega, el amor suplica, es lo que necesito”. Esa es, pues, la proposición de la banda que entona la canción.

Pero hay también otra proposición ampliamente conocida. Esta va, más o menos, así: “El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. [El amor] No exige que las cosas se hagan a su manera. [El amor] No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. [El amor] No se alegra de la injusticia, sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia... [¡El] amor durará para siempre!”. Esta es, pues, la proposición bíblica exteriorizada por el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios (13:4-8, NTV).

¿Cuál de las dos proposiciones le gustó más, querido lector? Si se fijó, ambas parecen negar lo que la otra afirma o da por cierto. Eso se debe al conjunto de factores internos y externos que determinan las acciones de la persona que dice amar. ¿Cuáles son los factores que determinan sus acciones amorosas? En una época donde descuellan el odio, la aversión, el rencor y la antipatía, y donde se resaltan los sentimientos y emociones efímeros y triviales, ¿no le parece que lo que efectivamente necesitamos es el amor que plantea la segunda proposición? Como lo escribiera un teólogo: las prioridades de Dios son inversas a lo que el mundo considera importante. A menos de que guardemos nuestro corazón, podemos ser fácilmente atraídos por cosas sin valor duradero. Y estas cosas pueden convertirse en el motor de nuestra vida si no tenemos cuidado.