28/04/2024
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La Nochebuena de Leonor

La llamaremos “Leonor”. Me permitió escribir su historia con la condición de guardar el anonimato. Ocurrió en San Pedro Sula justo en Nochebuena. Tendría entonces unos 10 años y era tan tremendamente tímida que en Santa Rosa de Copán, donde nació, se escondía cuando llegaban visitas a su casa. Sus abuelos maternos vivían en San Pedro. Cada temporada de Navidad toda la familia se reunía con ellos. A Leonor le gustaba escuchar a tíos y primos platicar y chistear, aunque ella no participará de las conversaciones.

Pero esa Nochebuena no podrá olvidarla jamás. Todos los niños fueron a cenar a la cocina. La abuela los sentó en una banca larga a cada lado de una mesa también muy larga. Su mamá comenzó a servir pollo frito y puré de papas. Frente a cada niño puso un plato. Pero seguramente no vio a Leonor, porque se la saltó. Le sirvió al primo que estaba a su izquierda y después a la prima que estaba a su derecha. Todos comenzaron a bromear y a comer rápidamente. Siendo tan tímida, no se atrevía a pedir. Entonces comenzó a reírse nerviosamente, y sin saber por qué, todos se reían con ella. Una de sus tías sirvió refresco guiándose por los platos y frente a cada uno colocó un vaso. Leonor no tenía plato, así que tampoco tuvo refresco. No se atrevía a pedir la cena, y se sentía tonta por no estar cenando. Cuando finalmente reunió coraje para decirle a su madre lo que ocurría, escuchó a su tío diciendo, “¡Bueno jovencitos, todos fuera para que cenen los grandes!”.

Y entre risas y bullicio, salieron al patio a jugar de nuevo. Cuando se hizo tarde, a las niñas las acostaron en el cuarto de la abuela. Finalmente las voces se fueron acallando y cuando ella juzgó que todas dormían, se soltó en llanto. La abuela la escuchó y Leonor para justificar las lágrimas, le dijo que tenía dolor de estómago. “¡Debe ser el pollo que te comiste!”. Fue a la cocina y regresó con una cuchara en una mano y un frasco de aceite de ricino en la otra. Dolorosamente tímida, Leonor se tomó esa noche dos cucharadas de purgante sin haber cenado.

¿Cree usted que la timidez ha hecho miserable la vida de quienes la padecen?

LO NEGATIVO: Permitir que la timidez arruine la vida de la gente, sobre todo en estas fiestas.

LO POSITIVO: Hacer sentir bien a todos y pasar así una Feliz Navidad.