Al haber un marco único de requisitos al cual cualquiera pueda acceder de forma automática, se democratiza el acceso a poder prestar el servicio, eliminando muchos de los vicios del sector. Simultáneamente se puede crear una estrategia de transición y defensa para los sectores tradicionales adaptada a las nuevas realidades.
El sector del taxi tradicional está amenazado de forma inmediata. Los medallones (derechos) de taxi en la ciudad de Nueva York, que costaban más de un millón de dólares en 2014, han caído a una quinta parte de su valor máximo. Existen algunos ejemplos de su adaptación: Irlanda logró adaptar Uber al servicio de taxi.
En otros países, las empresas o cooperativas de taxis han desarrollado sus propias aplicaciones. Esto solo se puede lograr si se migra a un proceso de despacho la línea, pago electrónico y taxímetro virtual. Todas esas medidas, además, contribuirían a la seguridad de conductores y pasajeros.
El transporte a mayor escala también es sujeto de cambios. Las aplicaciones permiten compartir espacios en un vehículo, generando economía de escala (creando rutas virtuales construidas por la computadora para cada uso). Todo el sistema de buses, microbuses y similares puede adoptar estos sistemas o ser víctima de la competencia que surja para aprovecharlos.
Aunque las autoridades y el sector sean ciegos a las oportunidades y desafíos del sector, los cambios vienen. Las plataformas propias y la adopción le darán una mayor eficiencia, seguridad, calidad de vida y capacidad tecnológica a las personas y la sociedad.