29/04/2024
08:22 PM

Dios no es tacaño

Nunca es Él el que se niega, sino los hombres y mujeres que (todavía) no saben, no pueden o no quieren escuchar y dejarse guiar.

Salomón Melgares Jr.

¿Qué diría usted si alguien le pidiera que dibujara un exquisito triángulo redondo? Que eso es imposible, claro. Entonces pídaselo a Dios. Para Él no hay imposibles, dice la Escritura. Y usted, siendo franco —y sobre todo cuerdo—, le volvería a decir que eso es, aun para Dios, algo imposible, o mejor, es nulidad, y que, por tanto, el postulado carece de sentido. Y le agregaría: “Y no se te va a ocurrir, estoy seguro, que Dios deje de ser omnipotente porque ‘no pueda’ hacer esto que pides”.

Planteémoslo de otro modo. Uno más real. El teólogo Andrés Torres Queiruga ponía este ejemplo: “Por muy inteligente que sea una madre y por mucho que quiera a su niñito de un año, ¿podría enseñarle el teorema de Pitágoras? Y, si ‘no puede’, ¿implica eso que ella es tonta y no lo sabe o que no quiere a su hijo?”. De la misma forma entonces en el caso de Dios. Es decir, en estas circunstancias no se trata de que Dios no sea todopoderoso, o de que sea malo o falto de amor porque no enseña o muestre algo (lo que nosotros queremos, ¿podría ser?) o porque no revele aquello que está más allá de los límites naturales. Se trata de que es imposible que este tipo de contextos tengan existencia objetiva.

Si de verdad tomamos para sí esta perspectiva, la manera de obrar de Dios y su misma revelación —Jesús, la Biblia, la creación— cobra un nuevo sentido y todo se entiende mejor. Las dudas y oscuridades, los avances y vacilaciones —dice Queiruga— aparecen ahora como el fruto de la lucha amorosa de Dios por hacer comprender su deseo salvador, aprovechando las distintas circunstancias y valiéndose de todos los medios. Nunca es Él el que se niega, sino los hombres y mujeres que (todavía) no saben, no pueden o no quieren escuchar y dejarse guiar. En pocas palabras: Dios no es tacaño ni caprichoso. Él está volcado sobre la humanidad. ¿Podemos verlo ahora?