17/01/2025
04:27 AM

Diagnóstico preliminar

Sergio Banegas

Cada vez más nos acercamos al inicio oficial de las campañas políticas partidarias; las calderas comienzan a arder, tanto a nivel interno en las organizaciones políticas como de una acera a otra; las piedras ya quiebran algunos portales, los señalamientos están a la orden del día en este circo al cual ya nos acostumbramos, es más, hasta falta nos hace.

En el partido oficialista el señor Cálix es calificado de traidor, es un auténtico callejón complejo el que tiene el partido gobernante, pues no se desconoce el liderazgo que ha desarrollado y que evidencia la ruptura total en el seno de Libre de cara a las elecciones generales; es decir, ni Cálix contará con Rixi, ni ella con él en caso de ser la candidata.

También tenemos en el hervidero al cambiante e inestable Salvador Nasralla, quien ya no sabe si crear otro partido, levantar la bandera de la estrella solitaria, o atrincherarse con los del Central Ejecutivo, es una autentica fuente de vacilación permanente que no permite hacer definición clara de sus posturas políticas, su única certeza es la incertidumbre y cambio permanente.

Luego el Partido Nacional tendrá seguramente una mancha terrible con la sentencia del exgobernante en la corte de Nueva York; pero en la Honduras de acá aún tenemos al patético Tomás Zambrano y compañía, quienes aun habiendo perdido toda autoridad moral de señalar, siguen vociferando a diestra y siniestra; mientras tanto el señor Asfura se ausenta como novio arrepentido de la enseña azul.

Y por último, el moribundo Partido Liberal, que espera la decisión del presentador de televisión para que vuelva a quemarse en la caldera política; ninguna opción, ninguna esperanza de triunfo o de cambio, solo seguir siendo el partido bisagra para negociar los grandes acuerdos de cuotas de poder.

Es así como se vislumbra una guerra política encarnizada que dejará muchos heridos, y que lamentablemente seguirá haciendo aún más profunda la polarización en la población, que al fin de cuentas son quienes menos ganan y quienes más pierden. Es el ciclo vicioso de un país donde aún el sol no se levanta sino que duerme el sueño delirante de la corrupción y del Estado fallido.