28/04/2024
10:55 AM

De Trump, Bukele, Noboa y Milei

Víctor Ramos

Hace unos pocos años, como consecuencia del total fracaso de la democracia para sacar a los pueblos de la pobreza y la miseria, aparecieron ciertos personajes que embaucaron a las masas populares con promesas de resucitación total de sus respectivos pueblos, con contenidos que se acercan y se diluyen, pareciera ser, en el -no derrotado totalmente por la Segunda Guerra Mundial- fascismo, sobre todo en sus expresiones de dominación, racismo y negación de los derechos esenciales del hombre.

Trump se propuso hacer la guerra a los migrantes latinoamericanos -cómo lo hizo- inició la construcción de un ignominioso muro que separa a México de Estados Unidos y se enfrentó acremente con China Popular por el temor de que la nación asiática supere a Estados Unidos en el área económica. Sembró el odio contra los latinos y apoyó cualquier cambio progresista en los países del Sur. Tras perder las elecciones, se negó a aceptar los resultados y ahora está acusado de promover un golpe de Estado, al mismo tiempo en que grandes sectores de estadounidenses siguen fascinados por sus propuestas fascistoides.

Bukele se propuso eliminar de tajo la violencia que atosigaba a El Salvador. En parte lo ha logrado y ha convertido a su país en la sede de la más grande cárcel del continente. En la ejecución de su proyecto de acabar con las pandillas se cometieron importantes abusos de los derechos humanos de personas que son inocentes y a quienes les costará mucho demostrar su inocencia porque los jueces tienen en sus agendas el tratamiento de miles de casos encarcelados con motivo de la ofensiva en contra de las pandillas conocidas como maras. Sin embargo, los principales problemas de pobreza, de acceso a la salud y otros esenciales, aún no se han enfrentado con la misma energía que el dedicado a la seguridad. De paso, el señor Bukele ha violentado la constitución y se ha reelecto con el apoyo de una masa fascinada por sus logros o por temor a ser reprimida. El plan Bukele ha embobado al novato Noboa de Ecuador, quien le ha elogiado y, además, promete implantar el modelo salvadoreño para enfrentar el crimen y la delincuencia ligada al narcotráfico que se apoderó de ese país durante los gobiernos de Moreno y de Lazo.

Noboa no ha resistido el embate de la delincuencia y, en vez de formar un frente nacional contra la violencia, se ha echado en manos de la cooperación militar norteamericana que podría llevarle a sumarse en la guerra en Ucrania y pone en peligro la seguridad y neutralidad sudamericana. Estuvo cerca de incumplir el compromiso sobre armas compradas a Rusia, que los Estados Unidos pretendía enviarlas a Ucrania, y puso a la producción bananera y de flores en precariedad porque Rusia es el comprador de esos productos y rehusaba recibirlos como respuesta al incumplimiento de compraventa de las armas soviéticas.

Milei no anduvo por las ramas. Prometió con claridad lo que pretende hacer: despojar a los argentinos de sus derechos. Milei ganó el voto de una sociedad embobada por las promesas electorales tormentosas. Quizás, ese pueblo bonachón pensó que lo que Milei decía era demagogia, como siempre, y que todo pasaría sin que pasara nada. Craso error. Ahora han tenido que ir a las calles, enfrentar los gases y las balas de goma -cobraron celebridad en Honduras, Colombia y Chile- en su lucha contra la Ley Ómnibus, que pretende acabar con todas las conquistas del pueblo, con la seguridad económica del Estado y con las propiedades estatales -al puro estilo del fracasado neoliberalismo. Para ser congruente con su postura histriónica, ha propalado su admiración al Trump que ha vuelto a sus andadas y tiene gran posibilidad de retornar a la presidencia, su fe sionista y su adhesión sin restricciones al neoliberalismo, todo a cambio de la seguridad social económica de los fascinados argentinos, que ahora ven, una vez aterrizados en la realidad, cómo sus bolsillos se vacían sin poder satisfacer las necesidades básicas. Milei, mientras ocurría la lucha en el Congreso, volaba a Israel para respaldar la guerra homicida de Netanyahu, para irrespetar la resolución del Consejo de Seguridad con el traslado de la embajada a Jerusalén. En esta gira ha proclamado su respaldo a Zelensky, ahora en apuros militares, mientras América Latina propugna por una solución negociada al conflicto, y ha expresado su deseo del retorno de Trump.

¿Qué les espera a nuestros pueblos embobados por la demagogia persistente?

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