28/04/2024
07:56 AM

Cooperación, no pedigüeñismo

Víctor Ramos

El gobierno ha nombrado a dos embajadores cuyas funciones serán claves para el impulso de importantes proyectos de desarrollo de la infraestructura del país, necesarios para tener una base para impulsar con mayor firmeza la refundación: se trata de Salvador Moncada en la República Popular de China y de Rodolfo Pastor Fasquelle en la República de Corea, mas conocida como Corea del Sur. Ambos países de destino son importantes potencias económicas que estarían en la disponibilidad de aportar mucho al desarrollo de nuestro país y, por supuesto, dependerá de la habilidad de los nuevos representantes del pueblo y del gobierno hondureño en esas naciones para canalizar fondos para impulsar trascendentales e impostergables obras que debieron impulsarse hace mucho.

En uno de mis artículos anteriores dije a la presidente que el Presupuesto Nacional, los lempiras que los hondureños aportamos, no alcanzan para poder emprender las obras esenciales que hace mucho espera el país y que debía sincerarse con el pueblo hondureño advirtiéndole que no es posible, con fondos nuestros, cumplir con algunas promesas de campaña. Pero, sin embargo, esas obras son posibles si acudimos a nuestros amigos, a los pueblos y gobiernos con los cuales tenemos relaciones diplomáticas y que tienen potencial para ayudarnos para que nos financien estos proyectos trascendentales. Pero no debemos acudir a estos amigos con la mano extendida para mendigar, para pedir sin sonrojo alguno, porque el dinero les ha costado mucho a esos pueblos y lo han logrado con trabajo y tesón como para que anden por ahí repartiendo dádivas. Debemos asumir una postura digna y entender que cualquier avance que tengamos que emprender para empujar a Honduras debe ser pagado y sostenido con el esfuerzo nacional y que las naciones amigas solo podrán ayudarnos prestándonos el dinero o asumiendo, a través de sus empresas, las construcciones para que, mediante una concesión justa, no voraz ni empañada por la corrupción, podamos pagarlas a largo plazo, asumiendo cada quien el costo de esos servicios.

¿Cuáles son esas obras? Señalaré algunas: necesitamos una adecuada y moderna red de carreteras que permitan el flujo de bienes, de la producción y la movilidad de la población. Esas carreteras no pueden seguir de dos carriles y no pueden ser parchadas o construidas como si el asfalto lo aplicaran con brocha. Se trata de vías capaces de soportar el flujo de transporte pesado y de las unidades del transporte interurbano y de carros particulares. Esas vías de cuatro carriles que yo propongo son: de San Pedro a Ocotepeque y las dos fronteras, de San Pedro a Trujillo, de Tegucigalpa a Las Manos, de Tegucigalpa a Trujillo pasando por Juticalpa, de Siguatepeque a Santa Rosa de Copán. Al mismo tiempo debe ejecutarse la construcción del ferrocarril interoceánico entre Trujillo y Amapala y entre Cortés y Amapala.

Necesitamos también construir represas destinadas a la producción de energía, al consumo humano de agua, a la irrigación y a la prevención de las inundaciones. Esas represas, tengo entendido, ya están planificadas, solo debemos buscar quien quiera financiarlas y construirlas mediante concesión justa.

Debemos, igualmente, desarrollar el bosque y reforestar la totalidad del país. Esto no lo vamos a lograr sino con un plan que debe ejecutarse en por lo menos 10 años. El Estado debe proceder a realizar un inventario de las tierras con vocación forestal, nacionales y privadas. Estas tierras deben ser parceladas para que la reforestación se haga usando parcelas alternativas de tal suerte que tengamos, mas tarde, áreas productivas y áreas en crecimiento. Los particulares deben recibir la asistencia y el respaldo económico del Estado mientras que las áreas nacionales deben ser reforestadas por la Corporación de Conservación Forestal. El financiamiento será fácil de obtener porque las grandes potencias económicas están interesadas en reforestar el globo y pueden darnos asistencia financiera, incluso sin necesidad de retornarla.

No podemos dejar de lado el desarrollo agropecuario con la introducción de nuevos cultivos que se acomoden a las nuevas modalidades de clima y con la creación de centros de subasta de los productos agrícolas y ganaderos para que los agricultores logren mejores precios. Por supuesto hay otras prioridades que iré reseñando.

Con todo esto pueden cooperar China Continental y Corea del Sur. Todo dependerá de la decisión de nuestra presidente y de la habilidad de negociar de nuestros flamantes embajadores que, lo repito, se han elegido con muy buen tino.

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