27/04/2024
10:02 PM

Castillos de naipes

Francisco Gómez Villela

Por debajo del dolor, el temor y el luto que hemos vivido tenemos que encontrar las enseñanzas de lo que está pasando. Quizá la más importante es la aceptación de la fragilidad de nuestra existencia, el aprecio por la vida misma y el conocimiento del propósito de nuestra existencia. Todo el confinamiento fue por prevenir el contagio, evitar la enfermedad y preservar la vida. El aislamiento nos enfrentó a la sabiduría de la soledad.

Pero antes de esto no parecía importarnos mucho lo de la preservación de nuestras vidas, es más, abusábamos del cuerpo. Vidas sedentarias. Comidas basuras en abundancia. Alcohol en sus múltiples versiones. Drogas suaves como la cannabis, o para mayor emoción cocaína, crack, anfetaminas, sildenafil. Bebidas energéticas para mantenerse activos. Gaseosas como sustituto del agua. Resultado: obesidad, hipertensión arterial y diabetes. Un estilo de vida caótico.

Tenemos que ver la oportunidad que se nos dio de hacer un stop obligado en nuestra vida cotidiana y analizar cómo estábamos haciendo las cosas. De detenernos, ver hacia los lados, calmarnos, aquietar el pensamiento y oír el corazón. De analizar que era innecesario, que era incorrecto, que sobraba, que no tenía sentido, que era fútil, que no estábamos haciendo bien.

Porque nos dimos cuenta que el dinero no servia porque no había qué comprar. Autos de lujo, no se podían usar. Ropa y accesorios caros, no se podían lucir. Restaurantes de lujo con vinos caros, cerrados. Viajes locales a centros turísticos de élite, imposibles. Viajes al exterior, peor.

Fiestas y reuniones sociales, cancelados. Nos percatamos con tristeza de que se podía vivir sin frivolidad.

De eso se trata. Darnos cuenta que en esencia somos seres humanos simples con necesidades básicas: comida, techo, salud, y actividades de relajación necesaria para la salud mental, sin excesos. Que la familia es más importante que la vida social. Que lo difícil de esta vida lo hemos creado nosotros mismos cuando hemos transgredido límites de comportamiento por querer ser importantes a los ojos de los demás. Que hemos aspirado a tener vidas bonitas por fuera aunque por dentro sean un desastre. Que nos hemos esforzado en construir únicamente castillos de naipes.

Ojalá cuando el polvo se asiente y salgamos a la calle valoremos esta segunda oportunidad que se nos da.

No podemos volver a lo mismo.