Por Alexis Steinman/The New York Times International
Marsella, Francia — Durante la Revolución Francesa, las ejecuciones con guillotina fueron un macabro espectáculo público, y se calcula que 17 mil personas fueron decapitadas durante su fase del Reinado de Terror, de 1793 a 1794. El uso de lo que se llegó a conocer como la “navaja nacional” continuó hasta 1977, cuando Hamida Djandoubi, un tunecino hallado culpable de homicidio, fue ejecutado en Marsella.
Ahora, una guillotina se exhibe en el museo más destacado de la Ciudad. La exposición comenzó la misma semana en que Robert Badinter, un abogado y ministro de justicia que persuadió a Francia a abolir la pena de muerte en 1981, fue introducido al Panteón, el ilustre mausoleo para franceses notables.
“Robert Badinter quería que, mucho después de la abolición, el público pudiera ver de frente a esta máquina que partía hombres en dos”, dijo Pierre-Olivier Costa, presidente del Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo, conocido como Mucem, donde se exhibe la guillotina hasta abril.
La guillotina de madera y metal se eleva por encima de los visitantes del museo con casi 4,5 metros de altura. Su cuchilla de 40 kilos proyecta una sombra sobre la pared. La guillotina de 800 kilos está colocada para poner al espectador “en los zapatos de los condenados”, explicó Costa, y no a la vista del público, que sólo podía ver cabezas a punto de quedar separados del cuerpo.
La guillotina, que había sido propiedad del Ministerio de Justicia, fue donada por Badinter al Museo Nacional de Artes y Tradiciones Populares, cuyas colecciones ahora residen en Mucem, para ayudar a asegurar que la violenta práctica no fuera olvidada.
El 9 de octubre, Mucem inauguró un nuevo espacio temático para exhibir la guillotina. Llamado “Movimientos del Pueblo”, aborda el sexismo, racismo y otras injusticias sociales en Francia en el siglo 21.
Historia
La guillotina original fue construida en 1792 por Tobias Schmidt, un fabricante de pianos alemán radicado en París. Fue diseñado por Antoine Louis, un cirujano, con la intención de introducir un método de ejecución más eficaz y menos inhumano que las espadas (demasiado error humano) o por fracturas en la rueda.
Las ejecuciones públicas perduraron hasta 1939, cuando se comenzó a realizar fuera de la vista del público. Badinter fue testigo de su ira cuando su cliente Roger Bontems fue ejecutado en 1972 tras una condena por homicidio, y la ejecución impulsó la lucha de Badinter en contra de ello.
En un influyente discurso en 1981 en la Asamblea Nacional, Badinter exhortó a la prohibición de la pena capital. Fragmentos del discurso fueron colocados en las paredes de la exposición.
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