Por Michael L. Gross/The New York Times International
En las conversaciones previas al acuerdo de alto al fuego entre Hamas e Israel, el Presidente Donald J. Trump dijo haberle dicho al Primer Ministro Benjamin Netanyahu, “Se te recordará por esto” —por poner fin a la guerra en Gaza— “mucho más que si hubieras seguido, seguido, seguido con esto, matar, matar, matar”.
Matar, matar, matar: con esas palabras, Trump evocó la enorme pérdida de vidas en dos años de combates. Desde los tiempos de la devastación del Antiguo Testamento no habían los judíos matado a tantas personas como en Gaza. La cifra podría alcanzar los 100 mil civiles y combatientes cuando se retiren los escombros. Esto no es una acusación. Es la simple verdad.
Independientemente de cómo lo expliquemos, justifiquemos o denominemos, este hecho persiste, y es uno con el que los judíos —ya sea que se opusieran o apoyaran la conducta de Israel en la guerra— especialmente en Israel, pero también en el extranjero, deben lidiar si la comunidad judía pretende superar algún día el trauma de esta guerra, que inició con el ataque de Hamas el 7 de octubre del 2023, que dejó cerca de mil 200 muertos en Israel. Como nación orgullosa de su tradición moral, ¿cómo hacemos esto?
El primer paso es afrontar la verdad. A menudo escucho tres argumentos para justificar el elevado número de bajas: que matar a decenas de millas de personas en Gaza era necesario, que las muertes no fueron culpa de Israel y que el número de fallecidos era el resultado inevitable de una guerra de alta tecnología. Estas afirmaciones, aunque parezcan mitigar los costos morales, son, en el mejor de los casos, verdades a medias, suposiciones que debemos afrontar con honestidad.
Ahorita sólo hay preguntas. Aún necesitamos dilucidar las respuestas.
Matar en guerra puede considerarse necesario, de acuerdo con el derecho internacional y la teoría de la guerra justa, cuando es la única manera de debilitar suficientemente las capacidades militares de un agresor y frustrar la grave amenaza que representa. El derecho a matar en defensa propia termina cuando se alcanza ese objetivo.
Aquí todos debemos preguntarnos: ¿Logró Israel este objetivo, y cuándo? ¿Fue cuando las Fuerzas de Defensa de Israel hicieron retroceder a Hamas en los primeros días del conflicto, durante el primer alto al fuego en noviembre del 2023 o cuando la capacidad de Hamas para lanzar misiles contra Israel prácticamente cesó algunos meses después? ¿Fue al tiempo que los asesinatos selectivos de la cúpula militar de Hamas debilitaron la infraestructura de mando y control del grupo?
¿Quedó Hamas significativamente debilitado sólo para el momento del segundo alto al fuego en enero del 2025? ¿O fue apenas la semana previa al último alto al fuego, negociado por Trump? Aclarar esto es fundamental, ya que cualquier muerte, israelí o palestina, es arbitraria si era innecesaria.
Incluso establecer que matar era necesario no explica fácilmente su magnitud. ¿Por qué necesitaba Israel matar a tanísimos palestinos? ¿Se debe a la forma en que pelea Hamás? Los combatientes de Hamas tomaron escuelas, mientras que algunos civiles palestinos participaron en el ataque en Israel y otros mantuvieron a rehenes en sus casas. Como resultado, la mayoría de los israelíes —el 62 por ciento en una encuesta reciente— sigue convencida de que no hay civiles inocentes en Gaza. De acuerdo con esta perspectiva, todos los habitantes de Gaza son combatientes, todos pelean contra Israel y ninguno goza de protección contra la muerte.
Siguiendo esta lógica, debemos preguntarnos: ¿cuántos civiles en Gaza participaron realmente en esta guerra? ¿Incluían niños y ancianos, que representan una parte significativa de las víctimas? Sólo cuando contemos con esa información podremos empezar a evaluar la actuación de Israel. Aunque Hamas puede ser el principal responsable de haber iniciado esta guerra, los israelíes debemos preguntarnos si también alguna responsabilidad recae en nosotros.
Dilema militar y civil
El uso de escudos humanos por parte de Hamas, cosa que niega, también provocó numerosas bajas. La interrogante es profunda: ¿Debería Israel, o cualquier nación luchando contra una fuerza militar tan integrada con la población civil, destruir a todos los militares blancos disponibles cuando el daño colateral es tan grande?
Una pregunta similar surge al considerar la integración por parte de Israel de sistemas asistidos por inteligencia artificial en su estrategia bélica. Estos sistemas ayudaron a identificar posibles militares blancos en Gaza a un ritmo exponencialmente mayor que en conflictos anteriores. Más blancos significan más muertes, ninguna necesariamente excesiva o ilegal, pero plantea una pregunta crucial: ¿Eran todas las necesarias?
Abordar estas cuestiones con franqueza requiere foros públicos. Las respuestas no serán fáciles. Las escuelas y universidades de Israel pronto tendrán que reflexionar sobre cómo enseñamos esta guerra. Si bien los planos de estudio están principalmente en manos del Ministerio de Educación, los ciudadanos preocupados deben presionar a los funcionarios gubernamentales para que animen a estudiantes y profesores a analizar nuestra conducta en la guerra.
La información es un componente crucial de este análisis. El Gobierno debe permitir que una comisión oficial de investigación avance, y necesitamos que las investigaciones internas militares israelíes se hagan públicas. De lo contrario, nuestros esfuerzos serán decepcionantemente insuficientes. El Ejército se opuso a la continuación de la guerra a principios del 2025, y más datos esclarecerán por qué creía eso y por qué fue desestimado.
“Matar, matar, matar” no es una consecuencia inevitable de la guerra. Con un frágil alto al fuego en vigor, muchos han puesto la vista en una reconciliación lejana entre israelíes y palestinos. No es casualidad que a menudo se denomine a este proceso “verdad y reconciliación”. Afrontar la verdad es uno de los pasos necesarios para lidiar con esta horrenda guerra y alcanzar la paz.
Michael L. Gross es profesor de ciencias políticas en la Universidad de Haifa.
©The New York Times Company 2025