Por Robin George Andrews/The New York Times International
Un puñado de telescopios captó recientemente un objeto impactándose contra la Luna. Dos días después, un segundo objeto perforó su superficie plateada.
Estos dos incidentes nos recuerdan que la Luna no es tanto el sereno orbe que vemos en la noche, sino más bien un campo de batalla que constantemente gana cráteres nuevos.
Los dos impactos lunares fueron detectados por Daichi Fujii, curador del Museo de la Ciudad de Hiratsuka, en Japón, quien mantiene sus telescopios apuntando a la superficie lunar. El 30 de octubre, a las 20:33 hora local, observó un breve destello luminoso en la oscuridad. Luego, el 1 de noviembre a las 20:49 horas, “capté otro destello brillante”, comentó.
Ambos destellos fueron el resultado del impacto de asteroides contra la superficie lunar. Sin atmósfera que las frenara, estas dos rocas espaciales impactaron contra el suelo volcánico de la Luna a velocidades de hasta 96 mil 550 kilómetros por hora, unas 30 veces más rápido que un avión de combate. Se desconoce el tamaño de los objetos, pero incluso un asteroide de apenas un metro de longitud viajando a esa velocidad desataría una potente explosión —una fugaz tormenta de fuego visible a cientos de millas de kilómetros de distancia aquí en la Tierra.
Los astrónomos utilizan incidentes así para determinar la frecuencia con la que la Luna es impactada por asteroides más pequeños. Eso les permite refinar sus estimaciones sobre la cantidad de asteroides más grandes que existen —los capaces de atravesar la atmósfera terrestre con consecuencias potencialmente devastadoras.
La Luna bajo observación constante
Fujii emplea varios telescopios en dos ubicaciones: Fuji y Hiratsuka. Un software detecta automáticamente movimientos y explosiones en la superficie lunar. Ha documentado unos 60 impactos lunares desde el 2011. Observar impactos consecutivos es menos común.
El primero de los destellos recientes se produjo justo al este del cráter Gassendi, de 110 kilómetros de diámetro. El segundo apareció al oeste de Oceanus Procellarum, o el “Océano de las Tormentas”, una colosal llanura de 2 mil 575 kilómetros de longitud repleta de magma cristalizado.
A veces los destellos en la Luna son ilusiones ópticas: rayos cósmicos que lucen como chispas en los telescopios. ¿Fueron reales estos dos destellos? La NASA no pudo comentar debido al cierre del Gobierno estadounidense.
Los telescopios de la Agencia Espacial Europea no detectaron los destellos, ya que la Luna estaba demasiado brillante vista desde Europa en el momento en que ocurrieron. Sin embargo, como varios telescopios en Japón captaron los mismos destellos desde diferentes ángulos, es fácil identificarlos como impactos de asteroides.
Fujii sospecha que estos asteroides podrían provenir de la lluvia de meteoros Táuridas, que se origina del cometa Encke. Las Táuridas, cuyo máximo se produce este mes, incluyen meteoros más grandes de lo normal que se desplazan a velocidades particularmente altas.
Fujii espera que su vigilancia contribuya a mejorar la seguridad lunar. Tanto las agencias espaciales como las empresas privadas buscan convertir la Luna en un lugar habitable.
“Comprender la frecuencia y la energía de los destellos de impacto puede utilizarse para fundamentar el diseño y el funcionamiento de las bases lunares”, afirmó.
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