Dividir el planeta para gobernar: el plan de Donald Trump

La administración Trump apuesta por un mundo fragmentado, una decisión que analistas advierten podría aumentar riesgo de conflictos globales.

  • Actualizado: 27 de diciembre de 2025 a las 16:18 -

Por Greg Grandin / The New York Times International

Una se pregunta qué pasó por la mente de los arquitectos de la política exterior del Presidente Donald J. Trump. Parece como si todos se hubieran tomado el tiempo de estudiar los libros clásicos de historia sobre las causas de las guerras mundiales —”De la Paz a la Guerra” de Margaret MacMillan o “La crisis de los 20 años” de EH Carr— y luego se hubieran dicho: ahí es a donde queremos llevar al mundo.

Trump ha dejado claro que el consenso bipartidista post Guerra Fría —mediante el cual Estados Unidos supervisaba un orden mundial integrado regido por leyes comunes que regulaban las relaciones de propiedad, el comercio y los conflictos— ha dejado de ser útil. En lugar de ello, la Casa Blanca ofrece una visión del mundo dividida en esferas atrincheradas de influencia rivales.

Este mes, la Casa Blanca publicó su informe de Estrategia de Seguridad Nacional, que buscaba codificar esta transición. El informe aborda todos los aspectos asociados con el nacionalismo de “EU Primero”: denuncia el globalismo, el libre comercio y la ayuda exterior, rechaza la construcción de naciones y exhorta a los miembros de la OTAN a aumentar el gasto en defensa. Estados Unidos, advierte el informe, ya no “asumirá eternamente cargas globales que no tengan un vínculo directo con su “interés nacional”.

Al meollo del reporte yace el compromiso de “reafirmar y aplicar la Doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense”. La Doctrina Monroe no es ni tratado ni ley. Comenzó como una simple declaración, emitida por el Presidente James Monroe en 1823, que reconocía la independencia de las repúblicas hispanoamericanas y anunciaba a Europa de que el hemisferio occidental estaba vedado.

En 1845, el presidente James K. Polk promulgó la declaración, invocando la “doctrina del Sr. Monroe” en su intento por arrebatar California a México antes que los británicos. Polk volvería a citar a Monroe cuando anexó Texas. Otros Presidentes la utilizaron para autorizar ocupaciones militares y golpes de Estado respaldados por Estados Unidos.

Tiene sentido que la Administración Trump recurriera a este viejo lema diplomático para definir su filosofía de política exterior. A medida que el orden mundial se fragmenta en esferas de influencia que compiten entre sí, cada potencia regional necesita controlar sus territorios: Moscú en las antiguas repúblicas soviéticas, entre otros lugares; Beijing en el Mar de China Meridional y más allá.

Y Estados Unidos en Latinoamérica. “Si estás centrado en Estados Unidos y en EU Primero, empiezas con tu propio hemisferio”, dijo recientemente el Secretario de Estado Marco Rubio. Y así lo ha hecho la Administración Trump, presidiendo un frenesí de actividad, no sólo ejecutando a operadores de lanchas rápidas presuntamente narcotraficantes sino también entrometiéndose en la política interna de Brasil, Argentina y Honduras, lanzado amenazas dispersas contra Colombia y México, amenazando a Cuba y Nicaragua, incrementando su influencia sobre el Canal de Panamá y confiscando un petrolero frente a las costas de Venezuela. EU también está llevando a cabo una concentración militar en el Caribe prácticamente sin precedentes en cuanto a su escalada y acumulación de potencia de fuego, aparentemente dirigida a lograr un cambio de régimen en Venezuela.

La renovación de la Doctrina Monroe por parte de Trump llega en un momento precario. Su estrategia de seguridad nacional identifica a Latinoamérica no como parte de una comunidad común de naciones, como lo hizo Monroe en su declaración de 1823, sino como un teatro de rivalidad global, un lugar para extraer recursos, asegurar las cadenas de suministro, combatir la guerra contra las drogas, limitar la influencia china y poner fin a la migración.

“Estados Unidos”, insiste el informe de la Estrategia de Seguridad Nacional, “debe ser preeminente en el hemisferio occidental como condición para nuestra seguridad y prosperidad”, capaz de actuar “donde y cuando” sea necesario para proteger los intereses estadounidenses. Latinoamérica estará asegurada, y los latinoamericanos excluidos.

Estados Unidos redefine su liderazgo global

Washington no tiene intención de abandonar su posición de primacía global. En lugar del ahora extinto orden internacional liberal, la Casa Blanca está globalizando implícitamente la Doctrina Monroe, reivindicando para UE el derecho a responder unilateralmente a amenazas percibidas no sólo dentro de su hemisferio, sino en cualquier lugar de la Tierra (salvo China).

Esta afirmación no es nueva, fue el eje central de la guerra global contra el terrorismo. Pero insistir en ella sin rendición de cuentas, sin jurisdicción externa y libre de implicaciones y obligaciones multilaterales significa que EU pretende lidiar con el resto del mundo como lidia con Latinoamérica, arrebatando, sancionando y matando con impunidad.

En 1919, Ismael Montes, diplomático boliviano, lamentó que el tratado que puso fin formalmente a la Primera Guerra Mundial, al validar una versión belicosa de la Doctrina Monroe, haría inevitable el conflicto futuro. “La paz aún no está firmada y ya se vislumbran las semillas de una nueva guerra”, dijo Montes.

El ideal de la Administración Trump de un mundo organizado en torno a un equilibrio de poder en Múltiples frentes —con Estados Unidos presionando a China, presionando a Rusia, sembrando la división en Europa, amenazando a Latinoamérica, con todos los países buscando una posición ventajosa —significa que probablemente habrá más confrontación, políticas arriesgadas y guerra. “Debemos estar preparados”, como dijo recientemente Mark Rutte, el Secretario General de la OTAN, “para la magnitud de guerra que sufrieron nuestros padres y bisabuelos”.

Greg Grandin es profesor de historia en la Universidad de Yale y autor, más recientemente, de “America, América: A New History of the New World”. Comentarios a Intelligence@nytimes.com.

©The New York Times Company 2025

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Staff NYTimes
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