De la presidencia a los barrotes: la cruda vida de Juan Orlando Hernández en prisión federal

El centro está equipado con una extensa red de cámaras de vigilancia que abarcan todos los espacios, sistema de comunicación electrónica altamente controlado, restricciones en entrega de paquetes y un acceso cuidadosamente limitado a áreas específicas.

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El Centro Correccional Metropolitano, Nueva York es una cárcel federal ubicada en Manhattan.

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mar 6 de febrero de 2024

San Pedro Sula, Honduras.

El Centro Correccional Metropolitano, de 12 pisos, ubicado en Brooklyn, Nueva York, es una instalación federal operada por el Buró de Prisiones de los Estados Unidos.

La prisión, una serie de torres de ladrillo café conectadas a través de pasillos elevados, se encuentra sobre Park Row, una calle cerrada al tráfico. Solo la recorren patrullas, autobuses públicos y camionetas de correos. Comparado con el resto de la zona baja de Manhattan, el área es especialmente silenciosa.

Este edificio desempeña un papel crucial como centro de detención para individuos que están en espera de juicio, han sido condenados o cumplen condenas cortas; sin embargo, a lo largo de los años, instalaciones correccionales como el MDC Brooklyn han sido objeto de controversias debido a condiciones de vida precarias y problemas relacionados con la atención médica, así como otros asuntos asociados con derechos de los reclusos.

Uno de sus residentes más connotados en la actualidad es Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras, cuya vida ha experimentado un drástico cambio desde su lujosa existencia en el país hasta convertirse en un recluso identificado con el número 91441-054, acusado por cargos de narcotráfico.

Hasta mediados de febrero del año 2022 vivía entre las comodidades de un expresidente, con gimnasio, servidumbre, seguridad privada y otros privilegios a su disposición, pero ahora su presente y futuro, nunca imaginado por él, está en manos de Estados Unidos, país que antes le prometió su respaldo.

Sorprendentemente, su compañía en este entorno no son sus familiares directos Ana García, Daniela, Isabela o Juan Orlando jr., sino Sam Bankman-Fried, un empresario estadounidense condenado por delitos financieros relacionados con criptomonedas.

La Correccional Metropolitano se rige por la misión de garantizar que los reclusos federales cumplan sus sentencias en instalaciones seguras, humanas, rentables y adecuadamente protegidas, además de proporcionar programas de reintegración para asegurar su retorno exitoso a la sociedad. La tasa federal de reincidencia ha disminuido en las últimas dos décadas y ahora es un 20% más baja que la tasa de muchos grandes departamentos correccionales estatales.

Privilegios en cárcel

En cuanto a la comunicación de los reclusos, se permiten privilegios telefónicos para mantener vínculos con familiares y otros enlaces comunitarios, pero no llamadas de terceros o arreglos alternativos para garantizar que los reos no tengan la oportunidad de usar teléfonos con fines delictivos o inapropiados.

Con relación al aspecto financiero de las llamadas telefónicas, generalmente es el propio recluso quien sufraga los costos asociados, aunque existen casos excepcionales en los que la carga recae sobre la persona receptora. La administración correccional tiene la facultad de establecer restricciones y condiciones en los privilegios telefónicos de los reclusos para asegurar que estos estén alineados con sus responsabilidades dentro de la institución.

En un esfuerzo por promover la transparencia y conscientes de la monitorización de las comunicaciones, se dispone un aviso junto a cada teléfono, notificando a los reclusos que las llamadas están siendo supervisadas. Cabe destacar que en situaciones particulares, se permite la realización de llamadas no supervisadas a abogados, reconociendo la importancia de la confidencialidad en asuntos legales. Este conjunto de medidas busca equilibrar la seguridad de la institución con derechos y necesidades de los reclusos.

$!El Metropolitan Correctional Center ha albergado a narcotraficantes, capos de la mafia y demás delincuentes de alto perfil.

La comunicación electrónica ha adquirido una posición central como método estándar en las interacciones dentro de la institución correccional. A través de la aplicación Trust Fund Limited Inmate Computer System (TRULINCS) se facilita un intercambio seguro de mensajes electrónicos entre los reclusos y el público en general. Este sistema no solo agiliza la comunicación, sino que también garantiza la confidencialidad y la seguridad en el flujo de información, consolidándose como una plataforma eficiente y segura para la correspondencia electrónica en este entorno correccional.

Este servicio no se financia con los fondos de los contribuyentes, sino que se sostiene íntegramente a través del Fondo Fiduciario de Reclusos. Este fondo se nutre de los ingresos generados por las compras en la comisaría, los servicios telefónicos y las tarifas abonadas por los reclusos al utilizar TRULINCS. Hernández Alvarado, al igual que el resto, debe recibir aprobación para acceder al sistema, y para comunicarse con alguien a través de TRULINCS se requiere el consentimiento expreso de ambas partes. El acceso de los reclusos a TRULINCS está sujeto a un control estricto, y no se les concede acceso a Internet como parte de estas medidas de seguridad y regulación.

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Los mensajes permitidos en el sistema están restringidos a texto, sin posibilidad de adjuntar archivos. Asimismo, el tamaño de cada mensaje se encuentra limitado a 13,000 caracteres, aproximadamente el equivalente a dos páginas de texto. Para garantizar la privacidad, tanto los reclusos como sus contactos deben otorgar su consentimiento expreso para ser monitoreados antes de hacer uso del sistema.

Adicionalmente, como medida de seguridad integral, todos los mensajes son sometidos a un escrutinio exhaustivo en busca de contenido que pudiera representar una amenaza para la seguridad pública, así como para el funcionamiento ordenado de la instalación correccional. Este riguroso análisis contribuye a mantener un entorno seguro y controlado, evitando posibles riesgos asociados con la comunicación electrónica en este contexto.

Para realizar una visita es imprescindible obtener una previa aprobación. Juan Orlando Hernández únicamente puede ser visitado por alguien que haya sido incluido en su lista y la Oficina Federal de Prisiones (BOP) le hayase otorgado la autorización correspondiente.

Siguiendo el mismo procedimiento que el resto de los reclusos, el expresidente tuvo que establecer su lista de visitantes a través de un formulario cuando recién llegó. Acto seguido, completó su sección del formulario y envió una copia por correo a cada posible visitante. Los visitantes potenciales, a su vez, debieron ocuparse de llenar todos los campos restantes del informe. Este meticuloso proceso asegura que únicamente personas debidamente autorizadas tengan acceso a los reclusos, garantizando la seguridad y el control de las visitas en la institución.

En algunos casos, las autoridades carcelarias podrían requerir información adicional de antecedentes. Si la solicitud de visita es denegada, se notifica al recluso, y es su responsabilidad comunicar esa decisión a la persona involucrada.

Las personas que un recluso puede añadir a su lista de visitas abarcan a familiares cercanos como madre, padre, padrastros, hermanos, cónyuge, hijos, abuelos, tíos, primos, y otros tipos de visitantes; sin embargo, es importante señalar que, en el caso del exmandatario no puede recibir visitas de sus familiares directos debido a la revocación de sus visas por parte de Estados Unidos desde el 1 de julio de 2021.

Las visitas también pueden incluir a una variedad de personas, como amigos, asociados, funcionarios extranjeros, miembros de grupos religiosos o cívicos, empleadores, patrocinadores, asesores de libertad condicional y abogados. Ana García, esposa del exgobernante, ha manifestado que amigos de la familia lo han visitado en prisión, así como líderes religiosos y su defensa legal.

Es imperativo que los visitantes vistan de manera apropiada para garantizar que se les permita la entrada. De acuerdo con la ley, los reclusos de este centro tienen derecho a un mínimo de cuatro horas de visitas al mes, aunque en la práctica suelen tener la posibilidad de recibir más visitas. No obstante, en algunos casos, se pueden establecer restricciones en la duración de las visitas o en el número de personas permitidas simultáneamente, todo ello con el fin de evitar la aglomeración en la sala de visitas.

Dado que las visitas suelen atraer a un gran número de personas, es esencial que estas se desarrollen de manera tranquila, ordenada y respetuosa. En la mayoría de los casos se permite el intercambio de apretones de manos, abrazos y besos (de forma apropiada) al inicio y al final de cada visita.

El personal puede restringir el contacto físico por motivos de seguridad, con el objetivo de prevenir intentos de contrabando y mantener el orden en el área de visitas. Es importante destacar que la Oficina Federal de Prisiones no autoriza visitas conyugales, reafirmando su compromiso con la seguridad y regulación dentro de la institución correccional.

La institución establece horarios de visita los sábados, domingos y feriados, y en su mayoría, también ofrece opciones adicionales a lo largo de la semana. Los fines de semana suelen ser el momento más solicitado para las visitas. Además, diversos factores pueden influir en los días y horarios de visita.

Paquetes

La Oficina Federal de Prisiones fomenta activamente que los reclusos mantengan la conexión con sus seres queridos mediante la escritura a familiares, amigos y otros contactos comunitarios durante su tiempo en prisión. La correspondencia escrita se divide en dos categorías: correo general y correo especial.

El personal lleva a cabo la apertura e inspección de la “correspondencia general” para buscar tanto contrabando como contenido que pueda poner en riesgo la seguridad o el orden de la institución.

En el caso del correo entrante marcado expresamente como “especial”, este únicamente puede ser abierto en presencia del recluso. Se somete a una minuciosa inspección para detectar posibles elementos de contrabando físico, y se evalúa cualquier adjunto para determinar su clasificación como correo especial. Esta rigurosa gestión de la correspondencia contribuye a mantener la seguridad y el orden dentro de la institución correccional.

Juan Orlando tiene la posibilidad de recibir determinadas publicaciones comerciales de la comunidad, puede suscribirse o recibir estas publicaciones sin necesidad de aprobación previa, siempre y cuando no representen una amenaza para la seguridad, la disciplina o el orden institucional ni faciliten actividades delictivas.

En cuanto a los paquetes provenientes del hogar, que se deriven de su familia directa en Tegucigalpa o de otros parientes en nuestro país, requiere la aprobación por escrito del equipo de la unidad del recluso o de un miembro del personal autorizado antes de que puedan ser recibidos. Solo se permiten paquetes que contengan ropa de liberación y dispositivos médicos autorizados, mientras que revistas, libros impresos y de bolsillo pueden ser recibidos sin necesidad de aprobación previa. Esta medida busca equilibrar el acceso a ciertos artículos con la necesidad de mantener la seguridad y la integridad en el entorno correccional.

Su familia ha mencionado que ya se le han enviado libros de su preferencia y la Biblia, para poderse distraer dentro de la cárcel.

A los reclusos federales se les proporciona un tratamiento y servicios de manera progresiva y humanitaria, junto con la implementación de programas diseñados para facilitar su reintegración exitosa a la sociedad. Estos programas abarcan una amplia gama de áreas, como atención médica, asistencia religiosa, prevención de abusos sexuales, lucha contra los abusos de sustancias, programas de trabajo, y consideración especial para infractores con necesidades específicas y mujeres delincuentes.

La instalación ofrece una variedad de programas y servicios que se adaptan a las características y necesidades particulares de su población de reclusos. La diversidad de iniciativas busca abordar de manera integral las distintas circunstancias individuales, promoviendo un enfoque personalizado para la rehabilitación y la preparación para la reintegración a la sociedad.

Barrera

Esta cárcel federal se destaca como una de las más grandes del país, albergando tanto a hombres como mujeres bajo todos los niveles de seguridad.

La población carcelaria de esta institución suele comprender a individuos involucrados en actividades delictivas como mafiosos, traficantes de drogas y terroristas. Entre los “ilustres” internos que han pasado por aquí se encuentran reconocidos criminales, tales como Joaquín “El Chapo” Guzmán, John Gotti, Bernie Madoff, así como algunos de los terroristas más peligrosos del mundo, como Ramzi Ahmed Yousef, responsable intelectual del bombardeo de 1993 al World Trade Center de Nueva York, y Bernard Madoff, expresidente de una firma de inversión implicada en una estafa de 20 mil millones de dólares mediante un esquema Ponzi.

$!Las medidas de seguridad a lo interno del centro y en los alrededores son extremas para evitar fugas de los convictos.

Los reclusos son asignados a una de las 10 unidades de vivienda independientes y autónomas, lo que resulta en una dinámica de movimiento reducido dentro de la instalación.

Las unidades de segregación administrativa implementan rigurosos protocolos de seguridad, manteniendo a los reclusos encerrados en la cárcel mientras aguardan su juicio o su traslado a otras cárceles federales tras ser declarados culpables.

A lo largo de su historia, esta institución carcelaria ha albergado a cerca de 900 reclusos. Un incidente destacado fue el suicidio de Jeffrey Epstein, un adinerado financiero acusado de pedofilia y tráfico de personas, ocurrido en agosto de 2019. Este trágico evento puso al descubierto diversas problemáticas internas en la cárcel. En la actualidad, la instalación alberga aproximadamente a 1,541 reclusos, tanto hombres como mujeres.

$!Imagen referencial de cómo es el espacio donde estaría durmiendo el expresidente Juan Orlando Hernández dentro de la correccional.

El Centro Correccional Metropolitano se erige como una fortaleza al sur de Manhattan. En este recinto, una selecta media decena de prisioneros de alto riesgo, generalmente condenados por los cargos más graves, experimentan condiciones de aislamiento tan rigurosas que algunos han informado de leves pérdidas de visión.

A pesar de que la prisión es reconocida por sus estrictas medidas de seguridad, varios reclusos han intentado evadirse, logrando algunos de ellos su cometido. Uno de los intentos más notorios tuvo lugar en 1981, cuando un prisionero casi logró abordar un helicóptero secuestrado.

En 1990, dos presos desaparecieron por una ventana del segundo piso, descendiendo utilizando el cordón eléctrico de una máquina destinada al pulido de pisos. Uno de ellos aún figura en la lista de fugitivos más buscados por el servicio de alguaciles estadounidenses. Además, en 2009, un asaltante bancario llamado Anthony Boyd pudo abandonar las instalaciones por la puerta principal, aparentemente debido a un error administrativo.

Condiciones

Adyacente a un tribunal, desde los niveles superiores de la Corte se puede observar a los reclusos participando en partidas de básquetbol en el área de recreación. Aquellos considerados de alta peligrosidad son confinados en un ala denominada 10 South, donde ocupan aproximadamente media decena de celdas en aislamiento total, con la prohibición expresa de dirigirse la palabra entre ellos.

Las luces permanecen encendidas durante 23 horas del día, a veces incluso las 24, según indican registros judiciales, entrevistas con abogados y declaraciones escritas. Las ventanas, de cristal esmerilado, impiden la visión hacia el exterior. La ranura de la puerta destinada a la entrega de alimentos se encuentra cerrada prácticamente todo el día, limitando la perspectiva de los reclusos más allá de su celda solitaria. No obstante, los guardias cuentan con la capacidad de observar el interior mediante cámaras de vigilancia en la ducha y sobre el inodoro.

Los reclusos en el Centro Correccional Metropolitano viven sin televisores ni radios, y las revistas llegan con un mes de retraso, mientras que los periódicos como The New York Times se distribuyen con dos meses de demora y con diversas notas censuradas. Las celdas de la sección 10 South, ubicadas al final de una escalera en el noveno piso del centro correccional, comparten espacio con otra unidad de alta seguridad conocida como Special Housing Unit (SHU). Para acceder a esta área, se requiere pasar por dos puertas de metal: la primera de control electrónico y la segunda con llave.

Rodeada por oficinas de fiscales federales y dos tribunales federales, la prisión está protegida por barricadas de acero capaces de detener un camión de 7.5 toneladas. Las cámaras de seguridad en la zona pueden leer un periódico a distancia. Además, los reclusos no necesitan abandonar la cárcel para ser trasladados a la sala de juicio, llegan allí a través de corredores que conectan con los edificios de los tribunales.

$!La prisión federal está ubicada en una zona concurrida de Nueva Yok y muchos de los que son declarados culpables posteriormente en juicio son trasladados de establecimiento.

En sus pequeñas celdas con ventanas opacas, pasan sus días y noches, la única apertura está en la puerta, destinada únicamente a la entrega de alimentos, pero permanece cerrada la mayor parte del día.

Las celdas son pequeñas y están amuebladas solo con una cama de concreto, una ducha y retrete, sin mesas o sillas con respaldo. Los guardias pueden ver el interior de las celdas a través de una cámara dirigida a la ducha y otra por encima del inodoro o la cama.

Las paredes de la celda son metálicas, lo que convierte al lugar en un horno, durante el verano, y un témpano de hielo en invierno. Organizaciones civiles han denunciado durante años la presencia de grandes roedores en celdas, la existencia de unidades de aire acondicionado tan ruidosas que es imposible dormir y la ausencia de luz natural o de agua en los baños.

Dentro de las características sobresalientes de esta prisión de máxima seguridad en Nueva York, destaca la presencia de la División de Internamiento Especial en el décimo piso, comúnmente conocida por su acrónimo en inglés SHU. En esta sección, los reclusos experimentan un régimen extremadamente estricto, pasando la mayor parte del día en celdas de dimensiones reducidas de 6 por 3,6 metros (20 por 12 pies).

Las comidas son servidas directamente en las celdas, y el tiempo destinado al ejercicio se lleva a cabo en una zona recreativa específicamente designada para reclusos. Este diseño busca mantener un control total sobre las actividades y movimientos de los internos, garantizando la seguridad y el orden dentro de la prisión.