La incapacidad para dar la hora con su propio reloj de pulsera, contar el cambio en el supermercado o memorizar su propio número de teléfono son dificultades que llevaron a la psicóloga Larissa Pessoa a descubrir que tenía un problema con los números, que ella creía que era algo normal, pero en realidad era un trastorno del aprendizaje.
“He tenido problemas con los números desde siempre. En el colegio era un reto entender lo que decían mis profesores de matemáticas e incluso estudiando durante horas no conseguía entenderlo”, dice la psicóloga de 26 años.
En aquella época, como no entendía las matemáticas, los profesores la tachaban de estudiante rebelde que no quería estudiar, lo que la llevó a abandonar la escuela.
Pessoa terminó el bachillerato en Brasil -donde vive- mediante un examen especial para personas que no han terminado la primaria o la secundaria en la edad correspondiente.
“Descubrí que tenía discalculia a los 18 años. Recuerdo que cuando buscaba el término en internet, la mayoría de lo que aparecía eran informes o artículos en inglés, porque en Brasil ni siquiera se hablaba de este trastorno del aprendizaje”, cuenta.
Isabela Aquino, de 20 años, vivió una situación similar en la escuela. Esta estudiante de artes visuales dice que, además de tener dificultades con las matemáticas, otro dilema al que se enfrenta hasta hoy es cómo ve la gente su problema.
“Cuando mucha gente ve a alguien que no puede entender un reloj de manecillas o tiene problemas para hacer operaciones matemáticas sencillas, piensan que somos de otro mundo”, dice.
El problema es que esta dificultad con los números no solo repercute en los estudios, sino también en la vida financiera de quienes padecen discalculia.
Causas
En la discalculia, la dificultad con los números no puede ser superada con tutorías, porque la dificultad en su comprensión es resultado de un trastorno del neurodesarrollo, que es una alteración en el desarrollo cerebral que aparece en los primeros años de vida y persiste hasta la muerte.
“En otras palabras, el niño nace con una disfunción en las áreas cerebrales que procesan las habilidades matemáticas”, explica Camila León, psicopedagoga y profesora invitada de la Asociación Brasileña de Dislexia (ABD).
Los trastornos del neurodesarrollo incluyen el Trastorno del Espectro Autista (TEA), el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y los Trastornos del Desarrollo del Aprendizaje (TDAA), que incluyen por separado los trastornos del aprendizaje de la lectura (dislexia), de la escritura (disgrafía) y el trastorno del desarrollo del aprendizaje con afectación de las matemáticas (discalculia).
La profesora Patrícia Abreu Pinheiro Crenitte, una experta en la materia, explica que la discalculia está causada por una combinación de factores genéticos, neurológicos y ambientales.
“Aunque la discalculia tiene una base neurológica y genética, los factores ambientales también pueden influir en ella. La falta de exposición a una enseñanza adecuada de las matemáticas, las situaciones de estrés emocional o las condiciones socioeconómicas pueden agravar o contribuir a la aparición de dificultades matemáticas”, explica.
“Estos factores por sí solos no causan discalculia, pero pueden intensificar los síntomas en individuos que ya están predispuestos”.