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Impulsar la agenda de la igualdad de género en la economía

  • 15 julio 2019 /

El empoderamiento de las mujeres es crucial para la prosperidad de los países, asegura Arely Maldonado, directora de Desarrollo Sostenible de Fundahrse

San Pedro Sula, Honduras.

El empoderamiento de las mujeres y el logro de la igualdad de género no solo son imperativos morales, sino que son cruciales para desarrollar países prósperos.

Sin embargo, tomando como ejemplo la frase de la obra titulada Gabriel de la autora George Sand, 'Yo era una mujer; de repente, mis alas se derrumbaron, el éter se cerró alrededor de mi cabeza, como una bóveda de cristal impenetrable, y me caí...” hay algunas limitantes que aún permanecen, abarcando temas desde la salud reproductiva, acceso a una educación de calidad, hasta la falta de involucramiento en la esfera política, legislativa, e incorporación en el mercado laboral.

La participación activa de las mujeres en todas las áreas de las sociedades, en otras palabras, su pleno ejercicio de la autonomía física, económica o en el poder de decisión, es un requisito previo esencial para el desarrollo y su sostenibilidad.

En el Informe Global sobre la Brecha de Género 2018 del Foro Económico Mundial, que evaluó a 149 países, refleja que Honduras se ubica en el puesto 123 en paridad de género referente a la participación en la fuerza laboral y 104 en paridad a los ingresos estimados.

Las hondureñas al igual que sus homólogas en Centroamérica enfrentan una serie de obstáculos como brechas salariales, la segregación ocupacional, entre otros, además de la sobrecarga de trabajo no remunerado y la responsabilidad de sus dependientes.

Según la Cepal, a nivel regional, el sector de comercio, que está catalogado como de baja productividad y poca remuneración, presenta la mayor tasa de ocupación de mujeres.

Mientras que el trabajo asalariado, considerado como una principal fuente de ingreso con mejor calidad de empleo y protección social cuenta con menor proporción, dado que no todas pueden accederlo de manera estable, esto conlleva a que recurran a la creación de su propia iniciativa de emprendimiento.

El sistema educativo contribuye también a la segmentación del mercado laboral.

En relación con las especialidades de la formación técnico-profesional se puede observar una clara distinción entre aquellas con mayor presencia femenina, como por ejemplo: las artesanías, belleza y estética, de las que tienen mayor presencia masculina como la mecánica, electricidad y carpintería.

Por otra parte, la violencia de género en los centros de enseñanza limita la participación cuando existe la prevalencia de hombres en las aulas, del mismo modo, la urgencia de generar ingresos obliga a las jóvenes a optar por carreras cortas que les permitan entrar al entorno laboral rápidamente.

Asimismo, los patrones culturales patriarcales relegan a las mujeres al ámbito doméstico, en el cual ocupan dos tercios de su tiempo en responsabilidades no remuneradas, identificando el embarazo, cuidado de personas dependientes o la prohibición por parte de miembros del hogar como justificación para no desempeñar activamente un empleo.

Es necesario fomentar la igualdad de oportunidad, la brecha salarial existe por la diferencia en el porcentaje de mujeres en una actividad económica dada.

Las áreas que presentan desventajas deben de abordarse de una manera estructurada y sensible al género, con el objetivo de asegurar que se provea las habilidades, información, contactos, redes de comunicación, mentores y acceso a sistemas de financiamiento y apoyo que alienten a las mujeres a tener éxito.

Arely Maldonado, directora de Desarrollo Sostenible de Fundahrse.