27/04/2024
12:50 AM

Viva la adrenalina a 6,000 pies

Saltar en paracaídas es la nueva diversión en Honduras para la familia.

Llegó el verano y si todavía no tiene en mente qué hacer y quiere salir de la rutina y experimentar nuevas sensaciones aquí le damos una buena propuesta.

Desafiar las alturas y sentir la adrenalina al surcar el cielo ya es posible en Honduras, pues ahora el paracaidismo, actividad que antes solo era para militares, es la nueva diversión para personas de todas las edades.

La escuela de aviación Horizontes y la empresa Paracaidismo de Honduras (Paracah) trajeron a la ciudad esta aventura extrema. “Para que la persona pueda saltar debe recibir un entrenamiento de dos días, ya que saltan solos desde la primera vez recibiendo las instrucciones por radio de sus maestros”, dijo Elías Daniel Mourra, gerente general y jefe de Operaciones de Horizontes. Agregó que son los primeros en brindar este tipo de servicio en territorio hondureño.

Lo primero que se necesita es tener el deseo de hacerlo y gozar de buena salud cardiovascular, “Uno de los requisitos es hacerse un electrocardiograma para asegurarse que todo esté bien y si es menor de edad necesita el permiso de sus padres”. Esta actividad es una excelente opción para la familia.

Padre e hija saltan

Silvina Zelaya (18) y su padre José Zelaya (47) decidieron vivir juntos esta excitante experiencia. Hace un par de años ambos planeaban hacerlo, pero no encontraban el lugar. Silvina encontró a través de Facebook la información sobre Horizontes y convenció a su padre. Sin embargo no imaginó que sería la primera mujer hondureña en saltar con un paracaídas a 6,000 pies de altura. “Es un honor y un referente de que las mujeres hondureñas también podemos, soy la única mujer dentro de mi grupo”. Para su padre es un orgullo cumplir este sueño junto a su hija menor. “Estoy contento, mi hija es una entusiasta, de excelencia académica, catracha de corazón. Me siento muy orgulloso de ella y me alegra verla desarrollarse en todos los ámbitos”.

Faltan pocas horas para el gran día y para que la adrenalina fluya por el cuerpo de ambos. “No es solo el hecho de vivir la aventura, sino de realizar lo que Dios le ha permitido al hombre hacer”, comentó José. La tarde cae y ambos se dirigen a casa para recobrar energías y estar como nuevos.

Llegó el gran día

8:00 am. Silvina denota emoción por lo que está por venir y no para de sonreír, vestida con una camisa roja que lleva impresa la popular palabra hondureña: cheke ingresa a la zona de salto, ubicada en La Lima junto a su padre que viste la misma camisa pero en color azul.

“Estamos emocionados, nerviosos y confiando en Dios. Después del entrenamiento caí rendida, me levanté temprano para repasar todo”.

“Y yo estuve despierto hasta las 11:30 pm viendo videos de paracaidismo”. De pronto una voz interrumpe, “bueno señores vamos a ponernos el equipo”, es Edwin Pacheco, jefe de instructores de Paracach.

Al tiempo los seis novatos que saltarán siguen las instrucciones, José y Silvina lo harán primero.

Todos están preparados y ansiosos por dejarse caer desde lo alto y admirar la ciudad en su inmensidad. Faltan 20 minutos para las nueve y antes de iniciar con los saltos, el grupo se toma de las manos pues José dirigirá una oración a Dios. “Señor protege nuestras vidas y permite que todo salga bien”. Le da un beso a su hija y suben tomados de la mano. 9:00 am. La avioneta toma vuelo y en pocos minutos se esconde entre las nubes. La noche anterior llovió y el cielo es perfecto. Cada vez es más difícil ver la avioneta pues el sol obstaculiza la vista. 20 minutos después Silvina hace su salto y los espectadores e instructores aplauden. Ella mueve los pies en el aire como si pedaleara una bicicleta tal cual como se lo enseñaron sus instructores.

Un poco más arriba José también salta y la tensión se puede ver en el rostro de los familiares que observan tal osadía, pues parece que ambos no caerán dentro de la zona de impacto, es decir el punto en donde deben aterrizar.

Minutos más tarde la joven se acerca y toca el suelo con éxito, un grupo de bomberos corren a su encuentro para verificar que todo esté bien. Su padre cae después, levanta su mano derecha en señal de victoria.

Con mucha alegría Silvina corre a los brazos de su padre y se felicitan mutuamente. Todos quieren retratar el momento de padre e hija, pero ellos se apresuran a celebrar junto a su mayor seguidora Lourdes Guevara de Zelaya, esposa de José y madre de Silvina. Los tres se unen en un extenso abrazo.

“La caída fue emocionante, al final se me olvidaron algunas instrucciones pero no impidió que el salto fuese un éxito. La cinta estática abrió el paracaídas. Luego busqué mi posición para no caer de frente. Se necesita mucha fuerza para manejar esos controles en el aire”, explicó Silvina.

“En el momento en que me iba a tirar ya no pensé nada, solo trataba de buscar a mi hija, hice un giro a la izquierda y la logré ver, aunque ella estaba más arriba de mí porque su peso es menor”. Ambos desean volver a vivir esta experiencia.