Juan Orlando Hernández quiso leer la carta que envió hace cinco días al juez, pero Castel solo lo dejó hacer unos agregados, una especie de clamor final.
El hecho se registró en una aldea del departamento de Intibucá. El asaltante se salvó de morir ya que un agente policial evitó que los enardecidos pobladores siguieran golpeándolo.