Casi 20 días después de la masacre de cinco hondureños en Cleveland, condado de San Jacinto, Texas, los restos de una de las víctimas llegaron a Honduras.
Luego de la la captura del mexicano Francisco Oropeza, sospechoso de cometer la masacre contra cinco hondureños en el condado de San Jacinto, texas, se conoció que él rendía culto a la “santa muerte” dentro de su casa en el condado de Montgomery, Texas, según informó el portal Ny Post.
Luego agregó que ella y su familia solo conocían de vista a Francisco Oropeza, de hecho, ni siquiera “sabía cómo se llamaba”, confesó, pero dijo que a la familia hondureña sí la trató, pues incluso el niño fallecido era amigo de sus hijos.