26/04/2024
06:26 AM

Cuentos y Leyendas presenta: Los restos mortales

Se llamaba Lucía y vivía en Choluteca, era una joven con un cuerpo de modelo que hechizaba a los hombres, los envolvía con sus encantos y terminaba dejándolos en la calle

    No se conformaba con engañar, estafar y dejar en la calle a cualquiera que en ella pusiera sus ojos, viajaba con frecuencia a diferentes ciudades del país explotando sus encantos, más su mira no estaba en los jóvenes, sino que en los hombres mayores.

    Don Marcos, hombre de 65 años vivía en San Marcos de Colón, estaba entusiasmado con la llegada de la Orquesta Salvadoreña Internacional “Polio”. Las fiesta patronal era de cuatro días, habían llegado los toreros, los concursos estaban listos, carrera de encostalados, de cintas, de caballos, jineteadas y otros que hacían el deleite de los vecinos y de los turistas que todos los años disfrutan de la famosa feria sanmarqueña.

    Lucía llegó a la fiesta de gala amenizada por la gran orquesta salvadoreña, todos los hombres tenían fija sus miradas en ella, las mujeres la miraban con envidia.

    Con su paso elegante y confiando plenamente en su belleza se acercó al lugar donde se encontraba don Marcos, acto seguido le preguntó. ¿Usted es don Marcos verdad...? Quizás este no sea el momento adecuado para hablar de negocios, pero quiero que me venda un caballo, sé que usted tiene los mejores. Muy bien, dijo el señor, podremos hablar después de la fiesta o mañana.

    La astuta joven se las ingenió para acaparar la atención del viejo, bailó con él toda la noche y los amigos de Marcos lo halagaban, vaya se ve que todavía tenés pegue con las mujeres, púchica Marcos las traes locas. Don Marcos se sentía como un verdadero don Juan, ignoraba la clase de fiera que se le había acercado. Esa misma noche el hombre la llevó a su casa. Cabe mencionar que don Marcos se había separado de su esposa hacía veinte años, vivía solo, sus trabajadores nunca lo habían visto involucrado con ninguna mujer y es por eso que se sorprendieron al verlo llegar acompañado.

    Aquella relación se fue fortaleciendo y Lucía se fue ganando la confianza de su nuevo amor, él estaba encantado, salía a todas partes con ella para lucir su belleza; sin embargo, no toda la gente miraba aquel romance con buenos ojos. La vieja Catalina que vendía golosinas en la entrada del cine, al verlos pasar no dejaba de comentar... mmm, esa jodida es una interesada, cómo le puede gustar ese viejo si es feo, jejejejejejeje. Otras personas pensaban lo mismo, las cosas llegaban a oídos de don Marcos y no les daba importancia. Lo que el viejo no sabía es que Lucía tenía relaciones con un joven de Choluteca que estaba perdidamente enamorado de ella y era bien correspondido, se llamaba Rodolfo.

    Los fines de semana don Marcos reunía una fuerte cantidad de dinero para pagarle a sus mozos, los días viernes se hacía acompañar de Lucía cuando iba al banco, luego con ella elaboraba la planilla que pagaba los sábados, si sobraba dinero el viejo lo depositaba en un viejo baúl de cuero, nunca se despegaba la llave para evitar que le robaran.

    Un día ella le dijo que iba a Choluteca para ver a su familia, cada quince días lo hacía y don Marcos la dejaba partir. Una noche cuando disfrutaba de las mieles de placer con Rodolfo le preguntó. ¿Tendrías valor de matar a una persona para quedarte con una gran cantidad de dinero? El tipo sonrió y le respondió, ya sé, has descubierto dónde guarda el dinero el viejo, verdad...? Exacto, dijo la mujer, vamos a ser ricos, inmensamente ricos, esa misma noche planearon la muerte de don Marcos.

    Una semana después Rodolfo se presentó a la hacienda de don Marcos solicitándole trabajo, de inmediato ella intervino y le dijo: Viejito lindo este muchacho nos puede servir para que nos cuide cuando vamos al banco o a cualquier parte, sería un buen guardaespaldas por el cuerpo fornido. Estuve en el batallón de San Lorenzo, dijo él.

    Como Lucía dominaba al viejo, inmediatamente Rodolfo fue contratado. Por la noche la mujer se levantó y abrió la puerta principal, luego regresó al dormitorio sigilosamente.
    Rodolfo llevaba un gran puñal en su mano derecha con el que apuñaló varias veces a don Marcos mientras dormía. Hombre y mujer sacaron el cuerpo, lo metieron en un carro paila, luego subieron el baúl de cuero y abandonaron el lugar rumbo a Choluteca.

    En el camino escogieron un abismo donde arrojaron el cadáver. Al siguiente día se fueron para la ciudad de La Ceiba donde ella tenía una tía.

    La pareja comenzó a salir de paseo, iban a la playa todos los días, gastaban dinero a manos llenas y en poco tiempo se hicieron de amigos.

    Doña Ofelia, la tía de Lucía, le dijo que le cuidara bien la casa pues iba para San Pedro Sula, donde estaría una semana, todo marchaba bien para los amantes, pero una noche que regresaban de sus correrías, al abrir la puerta de la casa sintieron un olor nauseabundo. Uff... qué apesta aquí, creo que es la basura. Al pasar por el cuarto de la tía que tenía la puerta abierta él dijo, ya regresó tu tía, ahí está acostada.

    Ambos entraron al cuarto y la puerta se cerró sola, debajo de la cobija comenzaron a salir gusanos y el hedor fue insoportable, la cobija se fue corriendo ella sola hasta dejar visible el cadáver putrefacto de don Marcos, allí estaban sus restos mortales.

    Cuando doña Ofelia regresó de San Pedro Sula, y abrió la puerta de su casa lanzó un grito, sus vecinos acudieron a ver lo que pasaba, en el centro habían tres cadáveres en estado de descomposición. Tiempo después doña Ofelia abandonó su casa debido a la presencia de fantasmas. El dinero que doña Ofelia encontró de su sobrina lo repartió a los pobres.