Nunca antes los niños de Honduras habían estado tan vulnerables. Sufren en casa, donde son objeto de abusos sexuales, violencia física y psicológica. Sufren en la calle, donde son obligados a trabajar desde pequeños, a mendigar y a soportar las inclemencias del clima junto a padres que no les pueden garantizar lo más básico. Sufren cuando son rescatados, porque el Estado no les garantiza seguridad y el respeto íntegro a sus derechos.

En Honduras hay 9,597,739 personas, y de estas un 30% son niños de 0 a 14 años ( 2.9 millones), el otro gran grupo poblacional lo conforman las personas de 15 a 64 años, representando el 64% ( 6.1 millones) y las de 65 años y más son un 6% (más de medio millón), con una esperanza de vida al nacer de 77 años, y una tasa de analfabetismo del 12% y 7.6 años de estudio en promedio.

En términos generales, el 40% equivale a 3,889,507 menores de 18 años, de los que 1,920,419 son niñas.

En tres días, en el país se conmemora el Día del Niño, pero la gran mayoría de esta población hondureña no tiene nada qué celebrar.

Pese a que la niñez es la segunda población mayoritaria del país, es la más desprotegida y afectada por una amplia variedad de vulneraciones.

La muerte por violencia es la forma más grave de abuso y vulneración de derechos. Datos analizados por LA PRENSA Premiums revelan que las cifras actuales son escalofriantes.

Según el monitoreo que realiza la Coordinadora de Instituciones Privadas pro las Niñas, Niños, Adolescentes, Jóvenes y sus Derechos (Coiproden) en medios de comunicación, sobre noticias de hechos violentos, indican que en Honduras un promedio de 50 niñas, niños, adolescentes y jóvenes mueren al mes.

En el primer trimestre de 2022 fueron asesinados 158 menores en hechos violentos; mientras que en el segundo trimestre las víctimas fueron 140, en total 298 pequeñas víctimas de la violencia.

Y cuando no son asesinados son vulnerados de otro montón de formas. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Honduras, el 4% de las mujeres ha sido víctima de abuso sexual a partir de los 12 años, es decir siendo niñas; y el 2% ha sido abusada desde antes de cumplir esta edad. Es por ello que en el país se registran más de 30,000 adolescentes embarazadas cada año.

Añade la OMS que Honduras también tiene más casos de muerte materna: es el doble en menores de 15 años que en las mujeres de edad adulta. En 2017 en el país se registraron 101 partos de adolescentes por cada mil embarazos de todas las edades y en 2021, el total fue de 998 casos de embarazos en pequeñas de 10 a 14 años. Según la Secretaría de Salud, cada hora tres niñas están dando a luz a niños que se conciben producto de un abuso sexual.

Janeth Flores, especialista de protección de niñez e inclusión, expuso que el abuso y la violencia contra la niñez es un tema crítico que tiene muchos factores que parten de la desintegración familiar y la normalización de la violencia en el hogar.

Ella parte de la urgencia de generar entornos protectores y toda una respuesta a partir de un proceso de fortalecimiento de capacidades con todos los actores, la comunidad, la familia, que incluye a los niños, los docentes, padres y líderes. Expone la necesidad de un trabajo estructural del entorno de desarrollo del niño.

“No solo intervenir al niño, sino todo su entorno: el hogar, la familia, la escuela, la comunidad, los espacios de recreación, y todos aquellos actores que están involucrados en generarles una crianza positiva. Que fomente valores positivos como la confianza, escucha, para generar un cambio en ese esquema mental de que debemos evitar la violencia”.Pero la labor no es fácil.

“En la medida que nosotros transformemos eso vamos a ir cambiando esos comportamientos. Eso es lo que queremos lograr porque el tema de la violencia perpetrada deriva en otros tipos de abusos, como el sexual. Ese es un tema sensible que nadie lo denuncia porque no hemos creado las alertas en la población, no hemos generado un proceso de información y que la población conozca que eso es un delito”, alertó.

Igualmente, criticó que “la trata de persona es otro tema grave y nadie la denuncia, se sabe que es delito hasta que se identifica a través de los técnicos operadores del sistema jurídico.

“Y nadie lo denuncia porque lo ven comúnmente en las comunidades como algo normal, como la madre que da a su hija a cambio de dinero o de un animal para paliar un poco su pobreza. Eso hay que irlo trabajando directamente con todos los actores, integrando procesos formativos a través de actividades lúdicas, de movilización social e involucrando a todos los actores que son los responsables”, propuso.

Pese a que en Honduras hay al menos 24 organizaciones civiles trabajando en el tema de fortalecimiento de derechos de la niñez, el Estado, como garante principal de los derechos de la infancia, es el que menos hace, incluso, el que menos invierte.

“Realmente no hay un informe actualizado hasta la fecha, pero datos de la inversión pública que se hace en materia de niñez indican que es de menos de $1(L24) diario. Eso es lo que invierte el Estado. Menos de $1”, calculó.

La ley establece claramente que la primera instancia protectora de atención del niño es la familia, pero si esa familia no tiene las posibilidades le toca al Estado y para eso se deben crear los programas y contar con presupuestos para que puedan trabajar.

El presupuesto de egresos aprobado a la Dirección de la Niñez, Adolescencia y Familia, para el ejercicio fiscal 2020, fue de L143 millones, y presentó una disminución de L1. 6 millones con relación al período fiscal anterior.

Por otro lado, Laura Rey, gerente de Programas e Influencia de Plan Honduras, lamenta que en el país el 98% de los casos de abuso o violencia contra la niñez campeen en la total impunidad.

“Inicialmente es responsabilidad del Estado poder garantizar la vida de la niñez y también que esa vida sea una vida digna y en el cumplimiento de todos sus derechos, pero hay muchos factores que inciden en que los niños no gocen de todos esos derechos y hace que se estén viendo más casos de asesinatos, violaciones o trata y, eso es la impunidad”, lamentó.

Esa situación reproduce el maltrato y replica la violencia contra los niños. “Digo que se reproduce cuando estamos viendo que no hay castigo contra el agresor. Ese sentimiento de que no castigaron al que violó o agredió hace que otros lo quieran hacer, porque como ven que no va a pasar nada”.

Rey advirtió que se crea un carácter de repetición de los delitos, en un sentido de incentivar a cometer más.

Sin embargo, “cuando se lleva a alguien de oficio ante los tribunales de justicia, se sienta un precedente El principal factor para lograrlo es denunciando a los agresores y también desnaturalizando la violencia, porque se cree que el rigor violento es necesario, y no es así”, expuso.

“Me indigno cada vez que miro que hay más niños saliendo en los medios de comunicación que han sido asesinados o que han sido violentados -fustigó-, creo que no es una labor que solo puede hacer Plan Internacional. Es una labor que nos llama a reaccionar a toda la sociedad hondureña”.

“Nos debe motivar a a decir qué pasaría si fuera mi niño”.