Sampedranos viajan en buses “envejecidos” con entre 16 y 20 años de uso
Muchas unidades siguen circulando en condiciones deplorables, con limpieza deficiente, asientos rotos y partes clave en deterioro. La mayoría de uses están a punto de de alcanzar su vida útil.
Foto: Héctor Edú / LA PRENSA
Las quejas más comunes son asientos deteriorados, fallas mecánicas, falta de limpieza e inseguridad. A esto se suma el trato recibido por conductores y ayudantes, quienes según usuarios, suelen ser descorteces y no siempre respetan las normas de tránsito.
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San Pedro Sula, Honduras.
Los autobuses son el principal medio de transporte para miles de hondureños, especialmente aquellos que viajan entre ciudades o en áreas rurales, pero un problema persiste en el sistema: la vida útil de muchos de estos vehículos está a punto de expirar.
Una gran cantidad de buses, que deberían haber sido retirados de circulación por razones de seguridad, siguen operando, poniendo en riesgo la vida de los pasajeros y los conductores mismos.
En San Pedro Sula, Tegucigalpa y otras grandes ciudades del país se miran autobuses con más de 10 o hasta 20 años de servicio, algunos son viejos modelos que no cumplen con los estándares de seguridad y comodidad necesario.
Sin opción
Muchos de estos vehículos ya están a punto de superar su vida útil, lo que aumenta el riesgo de fallos mecánicos durante plena ruta. Los frenos, la suspensión y los motores de múltiples autobuses que transitan están al límite, ya no tienen los estándares de seguridad que deberían.

Los pasajeros que usan estas unidades a diario son conscientes del riesgo. Es aterrador mirar cómo buses ya no tienen las condiciones necesarias para operar: los asientos están desgastados, no todos tienen cinturones de seguridad o aire acondicionado, lo que durante calurosos días de verano convierte el viaje en una experiencia insoportable, especialmente para los más vulnerables, como niños, ancianos y personas con problemas de salud.
El ciclo de vida de un autobús depende de varios factores, como el mantenimiento, el uso y las condiciones de las rutas que recorre. Los buses, como cualquier otro vehículo, tienen una vida útil limitada, cuando superan esa etapa empiezan a sufrir fallos mecánicos y de seguridad que pueden poner en peligro a los ocupantes.

Existe un problema estructural en el mantenimiento y renovación de la flota. La mayoría de las empresas de transporte no tienen los recursos necesarios para renovar o dar el mantenimiento adecuado a los autobuses viejos.
500,000
pasajes; o el equivalente a aproximadamente 300,000 personas movilizan los buses en San Pedro Sula.
La vida útil tiene dos modalidades: la tradicional, 20 años y cinco de repotenciación; y la ejecutiva, 15 años y cinco de repotenciación o mejoras.
La situación también afecta la calidad de vida de los pasajeros. Un importante número de personas no tiene otra opción que tomar las undiades, ya que el transporte público sigue siendo la única alternativa asequible para quienes no pueden costear vehículos privados.
En San Pedro Sula no se renueva la flota desde el año 2008 y circulan 1,530 unidades entre rapiditos, buses coaster y amarillos. De estos últimos, que ya representan menos de 100 en la ciudad, algunos podrían superar los 20 años de antigüedad, y aunque son minoría, también hay unidades recientes, fabricadas durante el 2010, 2014 y 2015.

Según Nelson Fernández, presidente de la Federación de Transporte de Servicio Especial de Honduras (Fetraseh), entre mayo y julio del próximo año arrancará el eterno proyecto de Metrosula.
Fernández subrayó que con este proyecto se buscará darle una mejor atención a los usuarios y prevén durante esta semana avanzar con el tema de financiamiento a nivel local.
El sistema articulado de transporte conocido como BTR-Metro o Metrosula es un proyecto de carácter privado que estará formado por 550 unidades nuevas y con tecnología de punta, sistema de cobro con tarjeta prepago inteligente y sistema de seguridad. Las modernas unidades se importarán de Brasil.

El directivo del rubro de transporte argumentó que los buses están desmejorados porque trabajan hasta 18 horas diarias. “Es una millonada renovar, cada bus puede costar arriba de 500,000 lempiras o más de un millón con intereses, porque estamos catalogados como perfil de riesgo, por lo que les hemos dicho a los dueños de las empresas que esperemos este proyecto y terminen de trabajar con los buses que hay”, dijo el transportista.
El mantenimiento de un bus para el transporte representa entre 45% a 55% de los ingreso, lo que resulta oneroso, considerando que pagan paralelamente a las pandillas por concepto de extorsión.
”Estéticamente sí hay buses que están de lo peor, pero también hay bonitas unidades. Mecánicamente, los buses que circulan en San Pedro Sula están bien, ya no provocan contaminación en la ciudad”, añadió.

Theresa Rodas, una ciudadana, manifestó. “Pésimas esas chatarras, valor tienen andar trabajando en ese tipo de vehículos todos en mal estado por dentro y fuera”.
“Completo desastre, hasta con bolsas andan cuando se les quiebra un cristal”, reclamó Adett López. “Parecen cubetas viejas, hasta las puertas se les caen y están sucias”, señaló Rosa Mejía. Zoila Polk expuso: “Se arruinó todo desde que pusieron esos buses chiquitos, manejan como locos y en condiciones deplorables”.
Factibilidad
Por su lado, Elio Muñoz, otro transportista de Cortés, cuestionó que el Gobierno promueva un discurso de modernización cuando la realidad es distinta.
“El Gobierno podría ser aval si los transportistas quisieran renovar flota, pero no se ponen las pilas. Se han adquirido unidades nuevas, pero tampoco los pasajeros las cuidan”, exclamó Muñoz, con amplia trayectoria en el sector taxi.

El dirigente del transporte en el valle de Sula detalló que la mayoría de las rutas operan con buses “chatarra” que llevan más de 20 años en circulación.
Patricia Sabillón, directora ejecutiva del Instituto Hondureño de Transporte Terrestre (Ihtt), informó que hasta junio de este año se aprobó el bono compensatorio de 224 millones de lempiras para el transporte en San Pedro Sula, Tegucigalpa, La Ceiba y Choluteca.
Afirmó que el resto será cancelado durante el primer trimestre del próximo año. “Trabajamos para modernizar el transporte, pero uno de los requisitos es cambiar unidades porque algunas están obsoletas y deberían salir del mercado”, agregó. A nivel urbano, en La Ceiba circulan 92 buses, en Choluteca 145 y en Tegucigalpa 1,040.

La funcionaria detalló que estas cuatro ciudades serán incluidas en el proyecto de modernización del transporte, cuyo inicio está previsto para el próximo año. Señaló que, solo en el Distrito Central, más de 400 motoristas ya están certificados gracias a la existencia de una escuela para conductores, siendo esto un requisito indispensable para acceder al bono y continuar laborando.
Este subsidio, otorgado por el Gobierno, está condicionado a que los transportistas brinden un servicio de calidad a los usuarios.

Sergio Handall, jefe de Pesos y Dimensiones del Ihtt, reconoció que el sistema de transporte público ha enfrentado diversas carencias, pero aseguró que se encuentra en un proceso de modernización, con la renovación de la flota en marcha.
Detalló que las revisiones físico-mecánicas son obligatorias una vez al año para la renovación del certificado, con especial énfasis durante temporadas clave como Semana Santa, Semana Morazánica y otras festividades.
Aseguró que se mantienen operativos fijos y móviles en distintos sectores para supervisar el servicio, atendiendo las quejas de los usuarios. Entre las principales denuncias destacan el exceso de pasajeros, maniobras irresponsables, desviaciones de ruta y el mal estado de las unidades.

“Hace unos 15 años se hizó unas clasificaciones de diferentes de buses y se cambió la flota vehicular de los urbanos, pero ellos no han dejado de comprar vehículos, hay buses nuevos y combinados con buses con ocho o 10 años de uso. Hay de todo, consideramos que sí hay algunos buses que deberían salir de la ruta, y creemos que después del décimo año se tienen que hacer obligatoriamente revisiones físico mecánicas muy exhaustivas”, reflexionó.
Handall explicó que la vida útil de un autobús depende en gran medida del tipo de servicio para el que fue diseñado. Como ejemplo, señaló que no es lo mismo un bus fabricado para operar en Río de Janeiro, Brasil, que en ciudades como Tegucigalpa o La Ceiba, donde factores como el salitre afectan su durabilidad.
La mayoría de los problemas en los autobuses, a su criterio, están relacionados con fallas en los sistemas de frenos y el desgaste de las llantas. Asimismo, señaló que el abastecimiento de repuestos tampoco es óptimo en el país, ya que las casas distribuidoras no los suministran a tiempo.

Gianio Madrid, coordinador de Modernización y Movilidad del Ihtt, recordó contundentemente que la ley establece que no se puede renovar el permiso de operación de una unidad que haya excedido el límite de edad.
“Es posible que algunos autobuses muy antiguos sigan circulando, pero exigimos el cambio cuando superan la edad permitida. El Gobierno promueve la renovación de flotas en diferentes ciudades, impulsando el acceso a fondos blandos”, mencionó. También informó que el subsidio gubernamental está destinado al mantenimiento mecánico y estético de las unidades, y aunque puedan surgir retrasos, aseguró, los fondos son fijos y están garantizados una vez que se completa el proceso de planilla.

Por su parte, José Matamoros, propietario de la empresa Intrasema en Tegucigalpa, destacó que la mayoría de buses que circulan en la capital tienen entre cinco a siete años.
“Como transportistas consideramos el bus como un activo, pero su gestión es compleja debido a múltiples factores. Por ejemplo, la variable humana, como el motorista, juega un papel clave: mientras más esté capacitado, mejor será el uso que le dé al vehículo. La tarifa es otro gran reto, ya que permanece estática con el tiempo, lo que dificulta su ajuste frente a las fluctuaciones macroeconómicas”, explicó.
Mecánicos coincidieron que un autobús que supera los 10 años de uso, incluso con mantenimiento preventivo, tiende a presentar fallas graves, ya que algunas piezas se deterioran inevitablemente debido al desgaste asociado con su vida útil.
Burgos señaló que, aunque existe una bonificación por parte del Gobierno, esta no se otorga de manera puntual, lo que deja a los transportistas desprotegidos, ya que no pueden dejar de operar.
“Si algunos buses necesitan ser reemplazados, se debe evaluar las opciones disponibles, priorizando aquellos con una carrocería de mejor calidad y mayor durabilidad. Considero que aún hay muchos buses que funcionan bien a nivel mecánico, siempre y cuando el motor, la caja de cambios, el diferencial y los componentes superficiales estén en buen estado. Los demás elementos son básicos, lo que debería ayudar al propietario a decidir si invertir en una nueva unidad o reparar la actual”, agregó.
Burgos concluyó que, a diferencia de los buses interurbanos, cuya prioridad es la comodidad, los urbanos son un medio masivo y su principal labora es dar un servicio.
Entre los años 2018 y noviembre de 2023 se produjeron 76,494 accidentes en Honduras y en 2,361 de estos eventos participaron buses. La mayor parte ocurrieron en el Distrito Central, San Pedro Sula y La Ceiba, según datos de la Secretaría de Seguridad que procesó LA PRENSA Premium.