“Muchos andamos de toque por el desvelo, mala paga y problemas en la casa”

LA PRENSA Premium entrevistó a un guardia de seguridad en San Pedro Sula, quien se desahogó relatando los problemas que enfrentan a diario.

Foto: LA PRENSA

Solo por 22 de las muertes a manos de guardias, la fiscalía emitió requerimientos entre 2017 y 2022 en el país.

mar 13 de junio de 2023

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San Pedro Sula, Honduras.

Carlos, como se le llamará de aquí en adelante por solicitud de anonimato, a sus 50 años trabaja extenuantes jornadas en una de las colonias más conflictivas por la violencia en el sureste de San Pedro Sula.

Aunque el fuerte sol acaricia con presión y a diario su rostro y brazos desprotegidos por falta de indumentaria oficial, adicional a algunos residentes que tratan toscamente o ignoran de vez en cuando sus saludos, él trata en la medida de lo posible de mantener la calma y ser cortés.

Al ser abordado por LA PRENSA Premium en uno de los polvorientos pasajes de la colonia en la cual vigila, aceptó con armonía relatar algunas intimidades de su trabajo y ciertas experiencias que experimentan en primera persona los celadores en este país.

Carlos nació en Islas de la Bahía, pero creció en San Pedro Sula, desde donde emigró hacia El Salvador, donde estudió un bachillerato en Electrónica y Electricidad, además de recibir formación en computación. Allá por 1980 lo reclutó la guerrilla, se trata del inicio de un conflicto armado que duró más de una década e impactó en la historia de ese país. Allí aprendió el uso de las armas y cómo tratar en momentos de crisis.

$!Carlos está como vigilante en una “tranca” de seguridad en un sector considerado como uno de los más peligrosos de la ciudad.

Con el pasar del tiempo llegó a Honduras y se desempeñó como escolta privado, pero ahora, por vaivenes de la vida que no quiso explicar labora con bajo perfil como guardia de seguridad para una empresa local. Recordó la importancia que reviste la esencia de la industria de seguridad en cualquier sociedad.

“Nuestro trabajo debe limitarse a tratar con cortesía a la gente que ingresa, preguntar hacia dónde va y el motivo de su llegada”, comenzó diciendo durante la entrevista, mientras bocinas de carros se escuchaban de fondo como señal de aviso para que les abriese el portón de entrada.

Carlos está bien informado de los múltiples eventos ocurridos en el país donde han participado guardias de seguridad. “Mire, estos enfrentamientos se dan porque a veces quien acaba de llegar anda malencarado (maleducado) y el guardia repele el ataque, o al contrario, el vigilante anda mal, con nada se enoja y la agarra contra el residente”, exclamó con murmullo mientras subía sus lentes oscuros hacia un costado de la gorra que portaba con la leyenda en letras mayúsculas “SEGURIDAD”.

Duro

Indicó que los guardias trabajan en promedio 12 horas. “Algunos andan desvelados o no han dormido bien en la casa, quizá hasta con problemas personales y después se desquitan con el ciudadano; andan tensos”, arguyó. Acto seguido y ligeramente interrumpió destacando que él ha dado seguridad incluso a cúpulas del Ejército hondureño. Aseguró que la empresa donde labora por ahora “es legal”, pero aclaró que hay otras que no, “peor en estos lados”.

Tres muertes ligadas a guardias en lo que va del 2023:
El 24 de mayo, un vigilante mató a un ingeniero en una plaza comercial. El 31 de mayo fue hallado muerto un guardia en condiciones extrañas en un local comercial. El 13 de marzo, otro fue localizado sin vida en el barrio La Guardia de San Pedro Sula.

Comentó que quienes trabajan turnos dobles enfrentan situaciones más difíciles a nivel de estado de ánimo, “andamos de toque y si miran que de pronto el guardia se lleva la mano hacia el arma mientras discuten es sinónimo que en cualquier momento disparará, allí es mejor alejarse”, advirtió durante conversación con este medio.

Carlos dijo que, personalmente, tiene una arma, pero en mayoría de casos ni siquiera reciben equipo de protección como chaleco antibalas o a veces les dan armamento de mala calidad capaz de no funcionar durante una emergencia o provocar un incidente que atente incluso contra su vida. También confesó que casi nunca les dan entrenamiento de defensa personal ni charlas interpersonales para tratar con sutileza situaciones críticas que en múltiples ocasiones terminan con balas descargadas a través de sus mismas armas de reglamento.

Decesos: gran parte de las muertes se han producido durante discusiones entre guardias y ciudadanos.

Se quejó, además, por la poca rigurosidad de contratación, pues se suele contratar solo con identidad y que sepan leer y escribir, tampoco reciben seguro social o médico privado. “Lo único que tenemos como seguro es la muerte”, contó el hombre con ironía.

Sus salarios oscilan en entre 7,000 lempiras y 13,000 lempiras mensuales. “En este trabajo uno arriesga la vida por bajo sueldo, largas jornadas, mal alimentados y con muchos problemas en la casa ”, concluyó.