Casi 1,000 estudiantes hondureñas abandonaron centros al salir embarazadas
Más de 7,000 embarazos entre 2015 y 2022 fueron de colegialas en centros educativos públicos. Mayoría eran adolescentes adolescentes entre 17 y 18 años de segundo y tercer año de carrera.
Foto: Melvin Cubas / LA PRENSA
El emblemático José Trinidad Reyes (JTR) de San Pedro Sula, entre los centros educativos con más embarazos de estudiantes a nivel de país.
San Pedro Sula, Honduras.
A lo largo de los años, son centenares de niñas hondureñas que han tenido que abandonar los centros educativos debido a embarazos no planeados.
La historia de “Julia” (nombre ficticio) es una de ellas. La menor, residente en el sector Rivera Hernández de San Pedro Sula, pero con raíces santabarbarenses, supo que estaba embarazada cuando apenas tenía 14 años y, aunque su familia la respaldaba, tuvo que dejar el colegio para cuidar a su hijo, quien ahora tiene tres años. “Fue una decisión difícil, pero sentía que no tenía otra alternativa”, recordó “Julia”.
Según cifras del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), uno de cada cuatro partos en Honduras es de una menor de 19 años, país que ocupa el segundo puesto en América Latina con el mayor número de embarazos en adolescentes, con una tasa de fecundidad de 140 nacimientos por cada 1,000 mujeres.
Números oficiales de la Secretaría de Educación que analizó LA PRENSA Premium, revelan que entre los años 2015 y 2022 se produjeron 8,729 embarazos de niñas que estaban vinculadas al sistema educativo nacional, aunque el número de casos cayó en picada desde el año 2020 a la fecha.
Entre pañales y libros
Cortés, Francisco Morazán y Yoro, con 2019, 1,226 y 619 registros respectivamente, encabezan la lista de departamentos con más estudiantes embarazadas. El Distrito Central, San Pedro Sula y Cedros son los municipios con mayores reportes de este tipo.
Además, los análisis arrojaron que el Francisco Morazán, David Arrazola, José Cecilio del Valle y el conocido José Trinidad Reyes de San Pedro Sula son los centros educativos donde más embarazos adolescentes hubo en los últimos ocho años.
En un claro y significativo desbalance se detectó que un total de 7,761 niñas pertenecían al sistema educativo público frente a 968 en centros privados.
La falta de educación sexual es un problema común en muchas áreas. Esto puede dificultar que los jóvenes tengan acceso a información precisa y confiable sobre el sexo y la prevención del embarazo. Más de 5,000 casos acontecieron en las zonas urbanas frente a 3,242 en las áreas rurales.
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Los números indicaron que la mayor parte de embarazos correspondían a colegialas de tercero y segundo año de carrera, así como otro alto porcentaje en noveno grado. Esto significa que los embarazos se dieron en su mayoría a nivel de niñas entre 16 y 18 años.
Del total de embarazos que tiene contabilizados la Secretaría de Educación, 62 de ellos fueron por motivo de agresión sexual, de 7,758 no hay motivo consignado y 909 abandonaron sus estudios producto de la gestación.
Educación en pausa
Pavlova Polanco, especialista en derechos sexuales y reproductivos de Plan Internacional, apuntó que el alto número de deserción por embarazos se debe a que el sistema educativo nacional no cuenta con un marco normativo que proteja a la niña, por tanto, la consecuencia de que no haya facilidad para recibir clases ni entrega de tareas es la inevitable expulsión de la educación.
La doctora subrayó que la causa principal del por qué la zona urbana presenta mayor cantidad de embarazos es la amplia presencia de estudiantes, contrario a las regiones rurales, sumado a la condición económica para ingresar.
La experta sugirió a las autoridades de la Secretaría emplear afectivamente la educación sexual en toda la currícula escolar, pero no solo en el marco de la prevención, sino también dar las herramientas para que menores conozcan las enfermedades sexuales a las que se exponen, el funcionamiento de su cuerpo y el ciclo menstrual, así como los métodos anticonceptivos.
“Es importante que haya educación sexual integral y crear un sistema donde se le brinde una flexibilidad para que la niña logre terminar sus estudios. Como Plan Internacional tenemos acuerdos con la Secretaría de Educación en varios municipios para capacitar a docentes y contribuir a empoderar especialmente a las niñas sobre este tema”, señaló Polanco.
Desde la Coordinadora de Instituciones Privadas Pro las niñas, Niños, Adolescentes, Jóvenes y sus Derechos (Coiproden) se indica que de cada 100 embarazadas en el país, el 27.4% son adolescentes, lo que representa un gran problema social a nivel de población.
Su director ejecutivo, Wilmer Vásquez considera que la alta incidencia de embarazos adolescentes está relacionada con factores como el impulso sexual, falta de identidad y educación.
“Si bien es cierto, el problema no es tanto de la Secretaría de Educación, porque hay una clara ausencia de educación sexual a nivel nacional donde la primera responsabilidad viene de la familia, el Gobierno tampoco ha permitido un fundamentalismo religioso donde se valore el rol de las iglesias, incluso, tanto medios de comunicación como sociedad han tergiversado la educación sexual”, declaró Vásquez.
El especialista en materia de la niñez y adolescencia enfatizó en que este es un problema de salud pública, donde muchas menores al no tener condiciones deciden desertar de escuelas y colegios. “Todo esto se resumen en un fracaso escolar, trastorno familiar, dificultades para la crianza y falta de inclusión laboral en el futuro”, agregó.
Una joven embarazada, al no terminar la escuela, tendrá un trabajo informal y si logra tener uno formal, será de bajos ingresos, lo que perpetúa los ciclos de pobreza. Cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) refieren que el 79% de los más de 9.7 millones de habitantes que tiene Honduras son pobres y el 53% viven en pobreza extrema.
El embarazo a temprana edad también puede ser un momento de mucha incertidumbre y estrés, lo que puede aumentar el riesgo de desarrollar problemas de salud mental como ansiedad y depresión.
Nerehydda Toruño, psicóloga con orientación educativa, es del criterio que muchas abandonan los centros porque no tienen capacidad para sobrellevar la situación, existe un estigma de los mismos padres y madres en cuanto a la decisión de seguir, así como presión social .
Toruño explicó que una niña en estas condiciones puede llegar a sufrir de depresión preparto o posparto, efectos traumáticos, patologías y trastornos. La experta, que también forma parte del engranaje gubernamental en Cortés, detalló que en diferentes departamentos cuentan con unidades especializadas para atender esta problemática; sin embargo, reconoció que no existe la capacidad para que cada centro educativo tenga a su disposición personal especializado en el área.
La mayoría de jóvenes que abandonan la escuela o colegio ven limitadas sus oportunidades de desarrollo y se perpetúa el ciclo de pobreza. Los servicios e salud en Honduras son limitados, lo que aumenta el riesgo de embarazo temprano y complicaciones durante el parto.
El problema también se asocia con violencia de género. Muchas menores son víctimas de abuso sexual y explotación, lo que aumenta su vulnerabilidad a un embarazo no deseado. Además, la pobreza y la falta de oportunidades económicas hacen que muchas vean el embarazo y la maternidad como su única opción.