25/04/2024
07:41 PM

Aplazados

    Los casos pueden resolverse con trabajo coordinado entre los entes de investigación”. A tan pontifical expresión solo resta decir amén para completar el ciclo retórico que evidencia enormes vacíos y fallos en los numerosos casos criminales que a diario enlutan familias y muestran la galopada de la violencia sin identificación de los violentos y sin aportación de pruebas para que se escuchen las voces de los inocentes y prevalezca la justicia como fundamental derecho humano.

    En los últimos días, crímenes de jóvenes han ocupado espacio en los medios de comunicación y en todos ellos desde un principio se desvía la atención de la causa por parte de las autoridades. Claro que debe prevalecer el principio de inocencia, pero este no debe ser el hilo conductor de las investigaciones, al contrario, el Ministerio Público y la Fiscalía deben partir de la culpabilidad del sospechoso y buscar las pruebas con la ayuda de Medicina Forense que claramente establece la causa del deceso.

    ¿Recuerdan el caso de la niña, cuya mascota fue identificada como la causante de su muerte? El resultado de las pruebas de la autopsia señala directamente homicidio agravado. La investigación policial se atrevió a decir que en el círculo familiar se hallaba la respuesta al crimen. No se supo más. De las víctimas en la salida de la discoteca no hay nada o todo se lleva en el mayor secreto. La muerte de la joven doctora en Taulabé fue atribuida a bala perdida, más que la bala son otros los perdidos. El autor del atentado contra madre e hija en La Ceiba está plenamente identificado, pero “Honduras no me está dando protección. No sé si es que me la darán hasta que me mate”. Por la muerte de una madre en Trujillo pasaron días y, de momento, el causante identificado “voló”.

    No sabemos si el fallo está en las significativas deficiencias en las investigaciones o en la coordinación de los responsables en la identificación de los criminales y en la aportación de las pruebas como primer y fundamental paso para que el sistema judicial funcione y la ley sea el primero y principal paso para hacer justicia que puede quedar oficializada en la decisión de los tribunales en donde la tardanza favorece a victimarios no a las víctimas y familiares.

    Para prevenir la violencia que rebasa inconteniblemente los débiles diques de la sociedad, necesitamos en Honduras una labor de generaciones en la familia, en la escuela, en el trabajo, pero debe estar acompañada de la represión implacable, pues de lo contrario serán palabras y palabras para “proteger” la vida, derecho humano fundamental.