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Desafío

  • 11 octubre 2019 /

Un año más la lección está a la vista, pero no conocen el aula, hay que aprender, como dice la sabiduría popular, para no tropezar dos veces con la misma piedra.

    Aunque todavía quedan secuelas de los meses de sequía en algunas ciudades, con racionamientos de agua, las persistentes lluvias o fuertes tormentas han proporcionado alivio para la mayoría, aunque también siguen poniendo en evidencia la vulnerabilidad y peligrosidad para la población y los cultivos.

    Si hasta hace solamente unas semanas el lamento era generalizado a espera de las nubes, ahora es que la represa Los Laureles alcanza su máximo nivel e, incluso, es rebasado; en occidente, los deslizamientos obstruyen el paso de vehículos, y en Colón, el aluvión anegó calles y viviendas. Un año más la lección está a la vista, pero no conocen el aula, hay que aprender, como dice la sabiduría popular, para no tropezar dos veces con la misma piedra. Ya no serían dos veces, sino hecho endémico que se hace eterno por la débil memoria de funcionarios y de la población en general, que, con las primeras lluvias, como dice la canción, “ya lo pasado, pasado”.

    El verano, en término pluvial, parece haber terminado, de tal manera que en la capital habrá modificación en el horario de racionamientos la próxima semana, lo cual debe significar disminución del tiempo en el corte del suministro y aumento en la cantidad de agua que llega a las llaves, exigiendo un uso racional, especialmente en aquellos sectores en los que no hay medidores, pues son los que sufren más.

    La atención en este verano estuvo centrada en lugares de tradicional sequía, pero cada año se van uniendo otras zonas como efecto del cambio climático, sobre el que abundan los pronunciamientos como advertencia del desastre imparable, que ya se está sintiendo con las prolongadas sequías y los destructores diluvios.

    Aprovechar el agua es un imperativo vital, de manera que su aprovechamiento para el consumo y para el cultivo debiera ser prioridad real, no solo proyectos en planes ideados en confortables oficinas. Basta ya de administrar una crisis crónica y emprender, sin derroche de palabras y promesas, un camino efectivo de solución, de manera que el próximo o el siguiente no recaiga la atención en la emergencia, puesto que se han realizado obras necesarias para incrementar las reservas de agua ante la creciente y acelerada demanda.