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Curar miopía

  • 09 septiembre 2018 /

    La necesidad es tan apremiante que obliga a mirar el presente en búsqueda de soluciones y limita de tal manera la visión a mediano y largo plazo que contribuye a la aparición cíclica del problema y, en lugar de ir mitigando sus daños hasta lograr eliminarlos, los encubre y maquilla. Ya la sabiduría popular nos enseña que “pan de hoy, hambre de mañana”, o aquel supersabio proverbio chino: “Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida” .

    Bienvenida toda iniciativa favorable, sobre todo cuando los efectos del cambio climático y el mismo fenómeno no es “cuento chino” como dijo aquel sábelo todo, sino una realidad con la que tenemos que convivir y a cuyas consecuencias hemos de dar respuestas favorables para la población, no solo en plan de supervivencia, sino de calidad de vida, aunque sea, en principio, en niveles bajos.

    El azote de la sequía golpea nuevamente en parte del territorio nacional, identificado como el corredor seco. Si otros pueblos han hecho efectivos sus programas agrícolas en el desierto por qué no acompañar la atención inmediata, urgente y necesaria, con programa eficaz y duradero para el cultivo en esos lugares.

    La ayuda de los cooperantes, países y organismos internacionales llega oportuna para miles de familias en 74 municipios, pero la visión de quienes firmaron el convenio de Renovación de la Carta de Entendimiento para la Alianza del Corredor Seco debiera concentrarse en la inversión, no dejar de lado la administración de los recursos y no desinteresarse de proyectos en los que se dé buen uso a cada centavo con la vista puesta en los venideros fenómenos naturales que “de venir, han de venir”, no sea que el próximo año el corredor seco sea, una vez más, material de primeras páginas con milpas secas y hambre, a flor de piel, en gentes y animales.

    Aquella “nefasta estrategia” tiene que desaparecer para pasar de las palabras que encantan a los funcionarios y encandilan a los más necesitados, a hechos concretos que salen de planos, órdenes burocráticas y pagos, para ser realidad en la propiedad de la tierra, en sistemas de riego, en fertilizantes, en preparación del campo, en semillas y aproximación a los mercados. Demasiado se habla del agro, pero las políticas de Estado no enfrentan con decisión y seguimiento la exclusión, postración y pobreza de las familias de “tierra adentro”.

    Ojalá que con las primeras cuatro gotas y el grano de postrera no aparezca la miopía que impida ver lo que se avecina, lo mismo y más, pues el cambio climático, El Niño o La Niña, llegaron para quedarse.