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Ser o no ser, he ahí el dilema

  • 07 mayo 2023 /

Ser una mamá de tiempo completo o una profesional exitosa, porque claramente las dos cosas al mismo tiempo no se puede, y lograr un equilibrio entre maternidad y carrera no es algo fácil. Si no, preguntemos a Jane Goodall, reconocida como la más exitosa primatóloga de todos los tiempos, quien viajó muy joven a África cuando entendió que su pasión eran los gorilas. Nadie los ha estudiado y amado como ella. Jane tenía claro desde el principio que con una profesión como la suya difícilmente tendría la oportunidad de criar hijos. Cuando inesperadamente quedó embarazada decidió que al menos trataría, pero el día que su pequeño de apenas un año al que había dejado en una jaula mientras trabajaba a unos cuantos metros de él, fue atacado por uno de sus estudiados, entendió que ese no era ambiente para un bebé así que viajó de nuevo a Londres y se lo entregó a su madre, quien se encargó todo el tiempo de ese niño.

Jane tuvo que elegir y lo hizo. La contraparte que encuentro sería la señora Bárbara Bush, ex primera dama de Estados Unidos. A pesar de que a sus poquísimos 16 años ya era estudiante en la universidad de Yale y tenía un brillante futuro profesional por delante, decidió casarse y convertirse en ama de casa de tiempo completo. Crio a seis muchachos (su hija Pauline murió a los cuatro años), triunfadores cada uno en sus carreras. Uno de ellos llegó a ser gobernador de la Florida y otro, presidente del país. Por cierto que, ella y Abigail Adams comparten la característica de haber sido esposa y madre de un presidente norteamericano.

Afortunadamente y a medida que iba creciendo su prole, Bárbara iba involucrándose en cosas que le apasionaban como la enseñanza, su compromiso con la alfabetización de cientos de personas mientras vivió en la Casa Blanca es todos conocido. Esta noble labor la continuó luego, a través de su fundación. Creo que todos hemos conocido a alguna Jane Goodall, que tuvo que descuidar su maternidad por su trabajo, y a muchas Bárbaras Bush, que se entregaron por completo a su papel de madre. Cada una decide.

En lo personal creo que las madres no deberían sentirse culpables por querer realizarse como mujer, aunque esto implique restar un poco de tiempo a los hijos. Restar, no anular. Fíjese bien; si logramos una profesión, una carrera, una vida, al crecer, nuestros vástagos estarán orgullosos de nosotras, de nuestros logros y se sentirán contentos por ello. En cambio, si ellos han sido nuestra única ocupación en la vida, entonces, al llegar el momento de marcharse se sentirán tristes por verse obligados a dejar a una madre sin metas, sin grupo de amigos, sin actividades gratificantes fuera de casa, sin carrera, sin vida.

Nosotras nos encontraremos perdidas sin el único proyecto que nos motivaba, y ellos podrían sentirse culpables de “abandonar” a una madre que no conoce otra vida aparte de la de ser mamá.