Muchos celebran en este mes de agosto el denominado
mes de la familia en el cual se promueven los valores que deben ser parte inherente en el desarrollo y crecimiento de la
vida familiar.
Es innegable que en esta época contemporánea y de globalización la institución familiar esta siendo atacada desde sus mismos fundamentos queriendo la agenda global marcar enfoques que no son parte del diseño original que el creador estableció para la casa.
Sin duda que hoy en dia nada se considera absoluto, todo ha sido relativizado de tal manera que los valores esenciales del entorno familiar han sido cambiados por percepciones equivocadas que solo pretenden imponernos conductas que en lugar de abonar roban los nutrientes esenciales de la familia.
No es tiempo de callar, es tiempo de levantar la voz en alto por los principios eternos que necesitan regresar para ser honrados y respetados en nuestras sociedades, mientras ello no suceda la descomposición social será cada vez mas profunda y con ello el futuro para las siguientes generaciones será confuso.
¿Qué hacer? Primero regresar a quien tiene los planos originales de la familia, si nos volvemos y reconciliamos con el Creador la paz será nuestro fruto y la justicia nuestra retaguardia. Solo con dicho compromiso el cielo responderá a nuestra fe haciendo lo que nosotros no podemos hacer.
No se trata de ser retrógado sino mas bien alinear el pensamiento a la cultura divina lo cual no significa religión sino una relación personal de comunión con Cristo que es capaz de cambiar el desierto en fuentes de agua viva.
Seamos proactivos por la familia, no reaccionemos tardíamente cuando la crisis aparece en el entorno familiar. Si asi lo hacemos el cielo nos respaldará con toda su fuerza para que papá, mamá y la descendencia hereden todas las riquezas de honra y honor que Dios ha designado para nuestras generaciones.
