29/04/2024
12:34 AM

Jamás estamos solos

Mimí Nasthas de Panayotti

“Una vez tomé un tren desde el aeropuerto de Filadelfia a la casa de mi hermana, radicada en un pueblo a 70 kilómetros hacia el Norte. Aunque era muy entrada la noche, el tren estaba atestado de gente y subieron más pasajeros al acercarnos al centro. Al comenzar a alejarnos hacia el Norte, eran más las personas que bajaban que las que subían y había muchos más asientos disponibles. Mi destino era la última estación de la línea. Cuando el conductor anunció la llegada, yo estaba solo en el vagón”, escribe Wayne Greenawait.

Este viaje en tren se asemeja al viaje a lo largo de la vida. Durante la niñez, estamos rodeados de nuestra familia y amigos. Con el pasar de los años la familia crece y se incorporan los amigos, pero tarde o temprano, comenzamos a experimentar pérdidas.

Uno por uno, fallecen amigos y familiares. Al transitar el último tiempo de nuestras vidas, nos dejan cada vez más y más personas. Si vivimos muchos años, tal vez nos quedan uno o dos familiares y amigos.

Pero hay alguien que jamás dejará de acompañarnos en este viaje y es nuestro Señor Jesucristo. Él nos prometió que siempre estará a nuestro lado. Jesús dijo: Y yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. (Mateo 28:20)

Debemos recordar con esta promesa que debemos ser altamente agradecidos. El agradecimiento promueve una vida más sana y alegre. La Sagrada Escritura, especialmente el libro de los Salmos, está lleno de gratitudes y alabanzas por todo lo que Dios ha hecho por nosotros y que seguirá haciendo. Pablo expresa su gratitud en todas sus cartas. Por supuesto, el acto más grande es el sacrificio de Cristo en la cruz. Apenas una breve mirada de lo que hizo Cristo por nosotros con su sufrimiento, muerte y resurrección nos llenan de una gratitud inexplicable.