26/04/2024
07:34 AM

Israel, ¿excusa para dividirnos?

Juan Ramón Martínez

He dicho por la televisión que el cambio de sede diplomática a Jerusalén es un error. Los intereses de Honduras no deben defenderse con el estómago. La cooperación que anuncian que nos dará Israel nos la ha estado ofreciendo en los últimos cuarenta años. Los centros de capacitación que anuncian los mantienen operando los taiwaneses y, en un momento, se los entregaron a los hondureños, que no les dieron la atención debida.

El Centro Nacional de Agricultura de Comayagua, donde algunas veces castraron a un semental comprado en los Estados Unidos para darle gusto en una borrachera a Osvaldo López Arellano, indica que el éxito de la cooperación externa no está en quien la da, sino en la seriedad, la disciplina y el honor de quien la recibe.

Lo que me preocupó de la ceremonia que trasmitieron en directo fue la presencia de mi amigo pastor Evelio Reyes como miembro de la delegación de un Estado formalmente laico y que, de católico, se ha ido transformando por designios de los Estados Unidos y de sus misioneros en evangélico. Porque Evelio Reyes no es un cualquiera que “ha recibido al Señor”, sino que uno de los pastores más distinguidos, inteligentes y ecuménicos que conozco.

Y con el cual mantengo relaciones afectuosas que con optimismo podríamos calificar como de amistad. Ante el hecho, sorprendido, solo vi a Evelio Reyes y no al cardenal Rodríguez Maradiaga, o al obispo auxiliar Teodoro Gómez. Experimenté el sentimiento que con ello están creando una nueva división entre nosotros: la lucha entre evangélicos, que se consideran numéricamente superiores, perfectos y queridos por Jesucristo y por Dios, más que nosotros los católicos, que según los rudos evangélicos “no hemos recibido al Señor”. Y con evidentes objetivos electorales. Le escribí a Reyes: “no me ha gustado verlo inaugurando una embajada en un lugar santo para tres religiones. No contribuye su presencia con la unidad de los hondureños. Y usted es un referente de unidad y respeto”.

Inmediatamente, pocos minutos después, me contestó. “Siempre aprecio su comunicación, un día hablaremos. Llevamos años orando y gestionando a fin de trasladar al lugar que histórica y legítimamente le corresponde. Saludos”. En el mío le mostraba la extrañeza por su presencia en un acto diplomático discutible, evidencia de la sumisión a los Estados Unidos, que—pese a todo – nos menosprecia en forma evidente, especialmente en esta administración de Biden. Al mensaje de Reyes, le contesté: “Gracias por responder.

Solo temo la reacción de los católicos. Estamos haciendo otra profunda división que no es buena para Honduras”. A su vez, Reyes escribió: “El Dios de Israel y en Cristo padre de los que creemos, obrará trayendo reconciliación en Honduras, entre los pueblos, también entre judíos y árabes. Esta es nuestra oración”.

No tengo tanta fe como Evelio Reyes. Árabes y judíos están peleando hace miles de años por esos territorios. Los palestinos han sido injustamente tratados por Israel en los últimos tiempos. Sus descendientes en Honduras –dos de origen palestino y uno judío– disputan por la Presidencia de Honduras.

Más bien creo que aunque se quiera disimular, hay un claro disgusto entre los hondureños descendientes de comunidades palestinas que tanto han trabajado por Honduras. Por lo que, aunque no se haga público, no faltarán quienes se preguntarán si ahora en vez de buscar la compasión de Dios hacia nosotros aumentará la ira –tan fácil de producir– en una población tensa que se siente disgustada por lo que se ha hecho. En una evidente muestra que interesa más lo personal que los sentimientos nacionales, buscando aumentar la división entre nosotros. Quisiera estar equivocado.