28/04/2024
05:42 AM

Huracán sobre Centroamérica

  • 06 septiembre 2023 /

Fuera de Costa Rica, la situación en Centroamérica no es alentadora. Sigue siendo los “Balcanes de América”, donde las instituciones son frágiles, las elites poco nacionalistas; y por ello, poco comprometidas con el futuro y la felicidad de la población, emocionalmente débil, dispuesta a ceder espacio a las tentaciones totalitarias.

En El Salvador, las masas son atraídas por el fácil expediente de los resultados; y, la creencia que, estos, justifican los medios, incluso el respeto a la ley, la concentración anormal del poder y la edificación de dictaduras “populares”.

En Nicaragua, Ortega y su consorte, Rosario Murillo, han tensado las cuerdas de tal forma que nadie espera que allí haya una alternativa racional, fuera del abismo y la oscuridad de una intervención imposible; y que, ya sufrieron los nicaragüenses en el siglo pasado. La ruptura del gobierno con la sociedad, el respaldo absoluto de los militares que fueron formados inicialmente en la lucha en contra de la dictadura, con tropas numerosas, pero poco preparados para detener a la propia, hacen imposible, incluso para los más optimistas, creer que haya espacio para las negociaciones civilizadas. La ruptura con la Iglesia Católica y el cierre de las universidades de los jesuitas, confirman que no hay vueltas atrás. Y que hay muy pocas alternativas, en las que los espacios basculan en el pasillo estrecho del golpe de estado o la invasión armada extranjera. Siendo esta última, muy peligrosa porque la pelea, puede incendiar a la región, implicando a Honduras especialmente.

En el caso de este país, las cosas no pintan bien. La familia Zelaya, sigue una clara deriva totalitaria, en la que, hay que anticipar la destrucción de la oposición democrática, el asalto de las instituciones; y el cierre de la ruta de la soberanía popular. La lucha por la Fiscalía General y el discurso disonante, con claros ecos de machismos totalitarios, aunque en la voz aguda de una mujer, no engaña a nadie que Tegucigalpa está pronta a caer; y que el huracán que amenaza a Centroamérica está llamado a destruir la vida tranquila de los hondureños. Porque, aunque había esperanzas que los impulsos totalitarios de Zelaya, serían calmados por la fuerza democrática, los hechos confirman que el propósito es usarlos para destruir la democracia, desde adentro; y con la complicidad de los más tibios e ingenuos, con la dócil sumisión de las masas hambrientas y desesperadas.

En fin, Guatemala confirma que el autoritarismo no tiene su ancla en las ideologías, porque estas solo son anteojos que deforman las realidades y que les permiten a las elites antidemocráticas disimular en la legalidad, sus planes y avances contra la institucionalidad.

En este país, Bernardo Arévalo ganó las elecciones, pero la Fiscalía General y algunos tribunales luchan con todo para impedir el ejercicio de la soberanía popular, tramando un golpe de estado. Como es natural, contando con la complicidad del presidente Giammattei, quien ha jugado a la hipocresía del doble discurso. Su falta de coraje democrático y sensibilidad humana -pese a su profesión médica, contaminada por la práctica penitenciaria- hace que, en vez de honrar su periodo presidencial, más bien guarda silencio; y no defiende la continuidad democrática como es su obligación y su compromiso.

El huracán autoritario detenido sobre Centroamérica dañará la frágil institucionalidad, ahuyentará las posibilidades de acelerar el desarrollo económico y social, aumentando la pobreza regional, -una de las más altas del mundo- e impulsara la inmigración ilegal de las poblaciones desesperadas, que huirán de los inseguros sistemas a los que les someten cada día con más irracional fuerza. El huracán que todo ha destruido desde 1980 está sobre Centroamérica.

las columnas de LP